El Gato de la Torre
Había una vez un antiguo castillo, rodeado de un hermoso jardín lleno de flores de colores vibrantes y árboles frondosos. El aire estaba impregnado de un suave aroma a naturaleza fresca, y, desde la torre más alta, se escuchaba el maullido de un pequeño gato marrón que vivía allí. Este gato, llamado Toby, era muy curioso y soñador, siempre observando lo que ocurría en el mundo desde su privilegiada vista.
Un día, mientras Toby maullaba con ganas, un grupo de niños del pueblo cercano decidió aventurarse al castillo. Desde abajo, los niños se sorprendieron de ver la bonita estructura y decidieron que era un lugar perfecto para jugar.
"¡Miren! Ahí hay un gato en la torre!" - exclamó Pedro, el más valiente del grupo.
"¿Cómo habrá llegado ahí?" - preguntó Sofía, la más pequeña.
Los niños miraron hacia la torre y comenzaron a pensar en cómo podrían ayudar a Toby, quien continuaba maullando, pero no parecía muy preocupado. Decidieron formar una cadena humana, con los más pequeños en la base y los más grandes intentando alcanzar al gato.
"¡Vamos! Uno, dos, tres... a la una, a las dos, a las tres!" - gritó Sofía, y todos se lanzaron hacia el cielo, pero no lograron alcanzar al gato.
"Tal vez, si cantamos, él bajará a escucharnos" - sugirió Lucas, el más musical.
Los niños comenzaron a cantar una alegre canción, llenando el aire con sus risas y cantos. Toby, intrigado por la melodía, dejó de maullar y asomó la cabeza por la ventana.
"¿Qué hacen allá abajo?" - preguntó el gato con una voz suaves como el terciopelo.
"Queremos ayudarte a bajar, Toby!" - respondió Pedro, emocionado.
"No quiero bajar aún, estoy mirando las flores y los pájaros. ¡Es tan hermoso aquí arriba!" - replicó Toby, mirando más allá de las copas de los árboles.
Los niños se miraron entre sí, perplejos.
"¡Pero aquí hay mucho por explorar!" - insistió Sofía. "¿Has salido alguna vez del castillo?"
Toby se quedó en silencio por un momento.
"No, nunca. Siempre pensé que era más seguro aquí arriba".
Pedro, sabiendo lo importante que era para los gatos explorar y jugar, se acercó a la torre.
"A veces, lo desconocido puede ser muy bonito, Toby. Solo porque algo sea diferente, no quiere decir que sea malo. ¡Vamos, dale una oportunidad!"
Toby comenzó a dudar, pero los niños lo miraban con ternura. Finalmente, tomó una decisión valiente.
"Está bien, quiero conocer lo que hay fuera de esta torre, pero necesito su ayuda!" - dijo, llenándose de emoción.
Los niños aplaudieron y se pusieron en marcha para ayudar a Toby. Con un poco de ingenio y varios intentos, crearon una pequeña rampa de almohadas y mantas.
"¡Ahora, salta!" - animaron todos a la vez.
Toby respiró hondo y, con un gran salto, descendió hacia el jardín, donde el sol brillaba intensamente. Los niños lo miraron boquiabiertos, ¡lo había logrado!"¡Lo hiciste, Toby!" - gritaron emocionados.
Toby se sintió feliz, recorriendo el jardín, tocando con su patita las suaves flores y siguiendo a una mariposa que volaba a su alrededor.
"Esto es maravilloso!" - exclamó el gato, sintiendo el frescor del césped bajo sus patas.
Los niños se unieron a él, corriendo, riendo y disfrutando del día soleado. A partir de ese momento, Toby conoció el mundo fuera de su torre y aprendió que a veces lo que más tememos puede resultar ser la aventura más hermosa de todas.
"Gracias por animarme a salir, amigos!" - dijo Toby mientras jugaba alegremente entre las flores.
"A veces, solo necesitas un poquito de coraje para explorar lo que hay más allá de lo conocido" - agregó Sofía.
Desde ese día, Toby era el gato más feliz del castillo, disfrutando de cada rincón del jardín con sus nuevos amigos. Y siempre recordando que, aunque su altura era segura, la verdadera felicidad estaba en las pequeñas aventuras vividas junto a aquellos que se atrevieron a soñar y explorar.
Así, Toby, el gato marrón, descubrió que el mundo afuera del castillo estaba lleno de magia, amistad y alegría, y nunca más volvió a sentir miedo de lo desconocido.
FIN.