El gato guardián
Había una vez en el barrio de La Candelaria, un chino llamado Ming que vendía empanadas de arroz rellenas de carne mechada. Todos los días, desde temprano, se levantaba a preparar las empanadas para venderlas en su puesto callejero.
Un día, mientras estaba haciendo la masa para las empanadas, notó que le faltaba harina. "¡Chanfle!", exclamó Ming frustrado.
Sabía que no podía ir al mercado a comprar más harina porque ya era muy tarde y tenía que empezar a vender pronto. Justo en ese momento, llegó un gato negro maullando fuerte y frotándose contra sus piernas. "¿Qué haces aquí mi pana?", preguntó Ming al gato. El gato simplemente maulló como respuesta.
Ming decidió llevarse al gato con él y ponerlo a trabajar en su puesto de empanadas. "Tú serás mi ayudante", dijo Ming mientras acariciaba al gato.
El gato resultó ser muy astuto y rápido para reagarrar los ingredientes que se caían al suelo o para ahuyentar a cualquier mosca o insecto cerca del puesto de empanadas. Los clientes quedaron impresionados por el trabajo del pequeño ayudante animal.
Pero un día, cuando estaban vendiendo sus empanadas como siempre lo hacían, llegaron unos tipos mal encarados exigiéndoles una cuota diaria por tener su puesto allí. "¡No me joda!", exclamó Ming indignado ante tal abuso.
El pequeño ayudante no se dejó intimidar y saltó sobre uno de los tipos arañándole la cara. Los tipos huyeron asustados y nunca volvieron a molestar al puesto de empanadas. Desde ese día, el pequeño ayudante animal se convirtió en el protector del puesto de empanadas de Ming.
Y así, juntos, vendieron las mejores empanadas de todo el barrio y vivieron felices para siempre. "Gracias mi gato por ser tan valiente", dijo Ming mientras le daba un pedazo de carne al gato. —"Miau" , respondió el gato con una sonrisa en su rostro.
FIN.