El Gato, la Jarra y la Amistad
Era una mañana soleada en la casa de Doña Mireya, una dulce abuela que siempre prepararaba deliciosos postres. En su cocina se escuchaba el suave burbujeo de la leche que calentaba en una jarra, lista para ser transformada en un exquisito budín. Pero, como siempre, había un pequeño visitante que quería ser parte de la magia: su travieso gato, Tomi.
Tomi, un gato con pelaje atigrado y ojos verdes como esmeraldas, se acercó sigilosamente a la mesa donde Doña Mireya había dejado la jarra de leche. "Miau, ¿qué es esto tan rico?"- pensó mientras saltaba ágilmente sobre la silla.
En su afán de examinar la jarra, Tomi rozó el borde con su patita y... ¡ZAS! La jarra se tambaleó y terminó cayendo al suelo, estrellándose en mil pedacitos.
"¡Ay, Tomi!"- gritó Doña Mireya al escuchar el estruendo. "¡¿Qué hiciste? !"-
Tomi, asustado, se quedó inmóvil. Su dueña se acercó y, aunque al principio estaba preocupada, su mirada de pronto cambió. "No te preocupes, pequeño. Todos cometemos errores",- le dijo, intentando calmarse.
Pero la cocina había quedado hecha un lío y las piezas de la jarra estaban esparcidas por todo el suelo. En ese momento, tocó a la puerta el pequeño Lucas, el vecino de Doña Mireya. "¿Puedo jugar, Doña Mireya?"-
"Claro que sí, Lucas. Pero, mira... Tomi ha hecho un desorden"- respondió la abuela, señalando el caos. "Vamos a limpiarlo juntos, ¿te parece?"-
Lucas, que siempre tenía una sonrisa en la cara, miró a Tomi y dijo: "No le tengas miedo, Doña Mireya. A veces los gatos solo quieren explorar. Y yo puedo ayudar a limpiar."-
Mientras comenzaban a recoger los pedazos, Lucas se dio cuenta de que algunos trozos eran más grandes que otros. "Mira, Doña Mireya, creo que algunos podemos usarlos para hacer un collage de 'cosas rotas'"- sugirió.
"¡Eso es una gran idea, Lucas!"- exclamó Doña Mireya. "Ayudemos a Tomi a aprender a ser más cuidadoso mientras creamos algo hermoso con lo que quedó de la jarra"-
Mientras recogían los trozos, comenzaron a contar historias sobre cada uno de ellos. "Un día, cuando yo tenga un gato, le voy a enseñar a ser un gran explorador sin romper cosas"- dijo Lucas.
"Así me estaba enseñando a mí, Lucas"- respondió Tomi con un maullido casi como si entendiera. Todos comenzaron a reír.
Finalmente, habían recogido todos los pedazos y se sentaron juntos en el suelo, rodeados de las piezas brillantes de cerámica. "Veamos qué podemos crear"- dijo Doña Mireya mientras buscaba pegamento y papel.
Los tres, incluido Tomi, comenzaron a pegar los trozos en una gran hoja de papel, formando una colorida y divertida obra de arte. "¡Mirá, este es el sol!"- comentó Lucas, poniendo un trozo amarillo en el centro. "Y este es un árbol. ¡Podemos hacer un mundo mágico!"
Cuando terminaron, Doña Mireya se levantó y contempló su creación. "Qué hermoso queda esto. ¿Saben? Un error puede cambiar a algo bello y especial, solo necesitas un poco de imaginación y trabajo en equipo"-.
"Y también la ayuda de un amigo"- agregó Lucas, acariciando a Tomi, que se paseaba orgulloso entre ellos.
A partir de ese día, Tomi aprendió a ser un poco más cuidadoso y Lucas se convirtió en el mejor amigo de Doña Mireya y su querido gato. Juntos hicieron muchos más collages, y cada vez que uno de ellos cometía un error, lo transformaban en arte.
Así, nunca volvieron a ver los errores como algo malo, sino que aprendieron a convertirlos en oportunidades para crear y compartir risas. Y Tomi, por su parte, se convirtió en un gato explorador, pero siempre con un poco más de precaución
Y así, la casa de Doña Mireya se llenó de risas, amistad y arte gracias a un pequeño accidente que les enseñó una gran lección.
FIN.