El Gato Meloso y la Aventura en el Jardín
En un pequeño barrio de Buenos Aires, había un gato llamado Meloso. Era un gato lindo, hermoso y muy cariñoso. Siempre se paseaba con su suave pelaje atigrado, y todos los niños del vecindario le hacían fiestas cada vez que lo veían. Pero Meloso tenía un pequeño problema: a pesar de ser tan querido, siempre tenía miedo de aventurarse más allá de su jardín.
Un día, mientras Meloso tomaba el sol en su lugar favorito, vio desde la reja a un grupo de niños jugando en el parque, riendo y disfrutando.
"¿Por qué no puedo ser como esos valientes niños?" - pensó Meloso, sintiendo un leve cosquilleo de curiosidad.
Al día siguiente, mientras los niños se divertían, Meloso decidió que era hora de ser un gato aventurero. Con su corazón latiendo de emoción, saltó la reja y se adentró en el parque.
"¡Mirá! ¡Es Meloso!" - gritó Sofía, una de las niñas, que se emocionó al verlo.
"Hola, chicos. ¡Decidí unirme a la diversión!" - dijo Meloso, tratando de sonar valiente.
Primero, Meloso jugó a la pelota. Pero cada vez que la pelota iba demasiado lejos, salía corriendo asustado, temiendo perderla. Los niños, al ver su comportamiento raro, comenzaron a reirse.
"¿Por qué te asustás, Meloso? No pasa nada, vení, vení!" - lo animó Lucas.
Sin embargo, Meloso seguía sintiendo que no era lo suficientemente valiente como para jugar. Después de un rato, al ver cómo todos se divertían, decidió que tenía que superar su miedo.
Entonces, un niño más pequeño de lo habitual, con una gorra roja, tropezó y se cayó, llorando.
"¡Ayúdalo, Meloso!" - le gritó Sofía.
Meloso sintió un fuerte impulso. En ese momento, se acercó corriendo.
"¡No te preocupes!" - dijo con voz suave. "¡Yo te ayudaré!"
El niño sonrió al verlo y, para sorpresa de todos, Meloso se puso a jugar con él, haciéndole compañía mientras trataba de levantarse. Poco a poco, los demás niños se acercaron y empezaron a animar, creando un ambiente cálido y divertido.
"¡Vamos, todos juntos!" - gritaron. "¡Eres valiente, Meloso!"
La risa y los aplausos llenaron el aire. Meloso se sintió fuerte y valiente.
"¿Ves, Meloso? No pasa nada. ¡Estamos todos juntos!" - le dijo Lucas con una sonrisa.
Meloso, comprendiendo que contar con amigos lo hacía sentir seguro, decidió tirar la pelota lejos. En lugar de asustarse, corrió detrás de ella y, por primera vez, se sintió como un verdadero gato aventurero.
Al caer la tarde, sabiendo que era hora de regresar a casa, Meloso estaba lleno de felicidad.
"Hoy fue el mejor día de mi vida. Gracias, chicos!" - les dijo emocionado.
"Vení mañana a jugar otra vez, Meloso!" - le ofrecieron.
Desde ese día, Meloso se dio cuenta de que ser cariñoso y valiente no eran cosas opuestas, sino que podían ir de la mano. Así fue como un simpático gato atigrado se convirtió en el alma del parque, siempre listo para una nueva aventura.
Y así, entre juegos y risas, Meloso nunca olvidó que aventurarse en lo desconocido puede ser emocionante, especialmente cuando se tiene buenos amigos al lado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.