El gato negro de la abuela

Carla era una niña muy curiosa y aventurera, le encantaba explorar el mundo que la rodeaba. Sin embargo, tenía un gran miedo: los gatos negros.

Desde pequeña había tenido una mala experiencia con uno de ellos y desde entonces no podía acercarse a ninguno sin sentir un escalofrío recorrer su cuerpo. Un día, mientras caminaba por el parque junto a su abuela, Carla vio algo que la dejó petrificada: un gato negro.

Comenzó a temblar y a sudar frío, no sabía qué hacer ni cómo reaccionar. -Abuela, ¡mira! -dijo Carla señalando al felino negro. -Tranquila mi amor, es solo un gato -respondió su abuela tratando de calmarla. -Pero es negro -dijo Carla con voz temblorosa.

-Sí, pero eso no lo hace diferente a los otros gatos -le explicó su abuela-. Los colores no definen quiénes son las personas o los animales. Todos somos iguales en el fondo.

Carla se quedó pensando en lo que su abuela acababa de decirle. ¿Realmente todos éramos iguales? ¿Incluso los gatos negros? Decidió enfrentar sus miedos y se acercó lentamente al felino mientras respiraba profundo para controlar sus nervios.

El gato la miró fijamente pero no hizo ningún movimiento brusco ni intento atacarla como ella temía. De hecho, comenzaron a jugar juntos y Carla se dio cuenta de que estaba disfrutando mucho del momento.

Esa tarde, cuando regresaron a casa, Carla le pidió a su abuela que le contara más sobre los gatos negros. Descubrió que muchas personas creían que eran de mala suerte o incluso peligrosos, pero en realidad eran iguales a los demás gatos.

A partir de ese día, Carla comenzó a ver el mundo con otros ojos y a enfrentar sus miedos. Ya no tenía miedo de los gatos negros y se dio cuenta de que muchas veces nuestros prejuicios nos impiden disfrutar las cosas buenas de la vida.

Desde entonces, Carla se convirtió en una niña más valiente y segura de sí misma. Aprendió a no juzgar por las apariencias y a darse la oportunidad de conocer nuevas cosas y personas sin temor.

Y así, descubrió un mundo lleno de aventuras y emociones que nunca habría conocido si hubiera dejado que sus miedos la controlaran.