El gato negro que encontró su camino



Había una vez un gato negro llamado Sombra que vivía en un encantador vecindario lleno de árboles y flores. Sombra era muy curioso y le encantaba explorar, pero un día, mientras paseaba por el parque, se distrajo persiguiendo a una mariposa colorida y se perdió.

Sombra miró a su alrededor y no reconoció nada. Se sentía asustado y solitario. "¿Dónde estoy?", se preguntó,

pero no había nadie para responderle. Sin embargo, decidió que debía seguir adelante y encontrar el camino de regreso a su hogar.

Mientras caminaba, conoció a una pequeña ratona llamada Lía, que estaba recolectando semillas.

"¡Hola! ¿Te perdiste?", le preguntó Lía al ver la expresión preocupada de Sombra.

"Sí, no sé cómo volver a casa", respondió el gato con tristeza.

"No te preocupes, puedo ayudarte".

Sombra se sintió un poco mejor al escuchar esas palabras. Lía le mostró un mapa hecho de hojas y le explicó que tenían que seguir el jardín de flores. Así que, juntos, emprendieron su camino.

Al poco tiempo, Sombra y Lía se encontraron con un grupo de pájaros que estaban cantando en un árbol. Los pájaros notaron a Sombra y decidieron volar hasta él.

"¿Dónde vas, gato negro?", cantó uno de los pájaros.

"Estoy tratando de regresar a casa", contestó Sombra.

"Quizás sea mejor que te quedes con nosotros un rato y te alimentemos. Es peligroso andar solo por aquí", sugirió otro pájaro.

"Pero no puedo quedarme, tengo que volver", insistió Sombra, aunque el canto de los pájaros lo hizo dudar.

"Está bien, pero no olvides de que hay lecciones que aprender en cada paso del camino. A veces, perderse puede llevarte a nuevas aventuras". Los pájaros le dieron un pequeño consejo antes de volar.

"¿Qué aventura?", le preguntó Lía, intrigada.

"Tal vez, hay algo más importante de lo que crees en este viaje".

Decidido a seguir su camino, Sombra y Lía continuaron por un sendero que los llevó a un hermoso lago. Allí, vieron a un viejo búho llamado Don Sabio posado en una rama.

"¿Qué hacen tan lejos, amigos?", preguntó el búho.

"Sombra se ha perdido y estamos buscando su casa", explicó Lía.

"Ah, sí, yo conozco ese vecindario. Pero primero, ¿qué has aprendido en tu viaje, pequeño gato?", inquirió Don Sabio, observando a Sombra con sus grandes ojos.

Sombra reflexionó por un momento y dijo: "He aprendido que no hay que tener miedo de pedir ayuda, y que aunque estoy lejos, tengo amigos dispuestos a ayudarme".

"Muy bien, joven Sombra. Esas son lecciones valiosas. Ahora, sigue el canto del río y llegarás a tu hogar".

Sombra dio las gracias a Don Sabio y, junto a Lía, se dirigieron hacia el sonido del agua.

Finalmente, después de un rato, Sombra empezó a reconocer su vecindario. "¡Mira, Lía! ¡Allí está mi casa!", exclamó emocionado.

Lía sonrió y le dijo: "¡Lo logramos! Te encontré el camino de regreso".

Sombra agradeció a su amiga: "No lo hubiera hecho sin vos. Y he aprendido que perderse no siempre es malo. A veces, es el primer paso hacia algo maravilloso".

Desde ese día, Sombra siguió explorando, pero siempre recordando la importancia de la amistad, pedir ayuda y tener coraje. Y así, el gato negro que se perdió, encontró no solo su camino a casa, sino también la razón por la cual cada aventura es especial.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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