El gato perdido y la lección de la amistad



Micaela era una niña muy curiosa y aventurera. Un día, mientras estaba en su casa, se dio cuenta de que no tenía caramelos para comer. Micaela amaba los caramelos y no podía resistirse a ellos.

Entonces, decidió escaparse de su casa para comprar algunos. Micaela sabía que sus padres no estarían contentos si se enteraban de lo que había hecho, así que trató de ser sigilosa.

Salió por la puerta trasera de su casa y se dirigió hacia la tienda más cercana. En el camino, se encontró con su amiga Sofi. "¿A dónde vas tan apurada?" -preguntó Sofi. "Quiero comprar caramelos", respondió Micaela. "¡Yo quiero ir también!" -dijo Sofi emocionada.

Las dos niñas continuaron caminando juntas hacia la tienda cuando notaron algo extraño: un gato perdido en la calle sin nadie que lo cuidara. —"Pobrecito"  -dijo Micaela-. "Debemos ayudarlo". Sofi estuvo de acuerdo y ambas comenzaron a buscar al dueño del gato.

Después de un rato largo buscando sin éxito, decidieron llevarlo a casa temporalmente hasta encontrar al dueño o alguien dispuesto a adoptarlo.

Al llegar a la tienda finalmente compraron los caramelos y volvieron felices a casa con el gatito en brazos. Cuando llegaron sus padres les preguntaron por qué habían tardado tanto tiempo fuera de casa.

Las dos niñas contaron toda la historia del gatito perdido y cómo lo habían llevado temporalmente a casa hasta encontrar al dueño o alguien que quisiera adoptarlo. "Eso es muy valiente de su parte" -dijo la madre de Micaela-. "Pero nunca deben escaparse sin decirnos a dónde van. Y además, deben tener cuidado al acercarse a animales desconocidos".

Micaela y Sofi aprendieron una gran lección ese día: siempre debían ser honestas con sus padres y tener precaución al acercarse a animales desconocidos. Además, se sintieron muy orgullosas por haber ayudado al gatito perdido.

A partir de ese día, Micaela y Sofi comenzaron a buscar oportunidades para hacer buenas acciones en su comunidad, como reagarrar basura en el parque o ayudar a los ancianos del barrio.

Y cada vez que comían caramelos, recordaban la historia del gatito perdido y lo importante que era ser valientes y responsables.

FIN.

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