El Gato que Quería Ser Perro
Era una noche mágica de Halloween en el vecindario de Villa Mascotas. Las casas estaban adornadas con telarañas de mentira, calabazas sonrientes y luces que chisporroteaban. Todos los animales estaban ansiosos por ir a la gran fiesta de disfraces en la casa de la Sra. Pájaro, la organizadora del evento.
Aze, un gato curioso con pelaje atigrado, decidió que este año se iba a disfrazar de perro. Había visto a su amigo Canela, un perro juguetón, disfrutar de los juegos y el trato de golosinas y pensó que, si se vestía de perro, tal vez podría tener la misma diversión.
"Voy a ser el mejor perro de toda la fiesta", se dijo Aze mientras se ponía una capa amarilla con manchas negras que le había prestado Canela.
Mientras Aze se preparaba, su prima, la gata Lila, lo miró con sorpresa.
"¿Por qué te disfrazas de perro, Aze? ¿No te gusta ser un gato?"
"Quiero vivir una nueva experiencia y ver el mundo desde su perspectiva", respondió Aze con entusiasmo.
Aze salió de casa emocionado. Al llegar a la fiesta, la música sonaba y los animales estaban bailando. Algunos de ellos se sorprendieron al verlo.
"¡Miren! ¡Un perro atigrado!", dijo el conejo Lucas, que estaba disfrazado de vampiro.
"Nunca había visto un perro así", agregó la tortuga Clara, asomándose desde detrás de un arbusto.
Aze sonrió, sintiéndose bienvenido. Pero a medida que avanzaba la noche, notó que algunos animales aún lo miraban con curiosidad. Sin embargo, decidió disfrutar de la fiesta. Se unió a algunos perros para jugar a la pelota, aunque no podía correr tan rápido como ellos.
"¡Vamos, perro atigrado! ¡Atrapa la pelota!", gritó Canela desde lejos. Aze lanzó una zancada pero tropezó, cayendo de panza al suelo.
"¡Sí, sí! ¡Me caí porque soy un perro torpe!", gritó mientras se reía también.
Pero entonces, cuando todos los gatos comenzaron a bailar en una ronda, Aze sintió un poco de nostalgia. Mientras los perritos corrían en el jardín, él extrañaba el suave ronroneo y la pereza de ser un gato.
En ese instante, se le acercó la Sra. Pájaro, que había estado observándolo.
"Hola, Aze. Eres un gato valiente por experimentar algo nuevo, pero no olvides que está bien ser quien eres realmente", le dijo sonriendo.
"Eso es lo que quise hacer, pero a veces me siento un poco fuera de lugar", admitió Aze, sintiéndose un poco triste.
La Sra. Pájaro lo miró con ternura.
"Todos tenemos miedos e inseguridades. Estar en un disfraz puede ser divertido, pero nunca hay que dejar de ser uno mismo. Todos somos únicos y eso es maravilloso. ¿Quieres volver a ser tu verdadero yo?"
"Sí, me encantaría", respondió Aze al instante.
Con esas palabras, Aze decidió quitarse la capa de perro. Al hacerlo, sintió una oleada de alivio.
"¡Soy un gato y estoy orgulloso!" exclamó. Al volver a unirse a los demás gatos, se sintió liberado.
Poco después, los perritos también se acercaron para hacerlo sentir incluido.
"¡Vamos, Aze! Ven a jugar con nosotros! No importa que seas un gato. Lo más importante es que estemos juntos para divertirnos", le dijo Canela.
Y así fue como Aze, el gato atigrado, se unió a la fiesta tal como él era. Todos lo abrazaron por ser diferente y al mismo tiempo igual. Esa noche, Aze aprendió que no necesitaba disfrazarse de perro para ser aceptado y amado por los demás. Estar en sintonía con su verdadera esencia lo hacía especial,único y encantador.
La fiesta continuó, llena de risas y juegos, y la diversidad de disfraces hizo que fuera una noche mágica. Aze brilló con su propio color, y eso era lo que lo hacía verdaderamente festivo. Al final, todos celebraron la amistad de una forma especial, y se fueron a casa con el corazón lleno de alegría.
Esa fue una noche en la que Aze no solo aprendió sobre la aceptación, sino también que ser uno mismo es el mejor disfraz de todos.
FIN.