El Gato que Sí le Gustaba el Agua
Había una vez un pequeño gato llamado Nube, que vivía en un acogedor vecindario. A diferencia de sus amigos, Nube tenía una peculiaridad: ¡le encantaba el agua! Mientras sus compañeros gatos evitaban cualquier charco o gotera, Nube pasaba horas jugando en el jardín, chapoteando alegremente con la manguera.
Un día, mientras jugaba, vio cómo un grupo de niños jugaba en la fuente del parque. Nube se acercó curioso y exclamó: "¡Hola! ¿Puedo jugar también?"-
Los niños se rieron y uno de ellos dijo: "Pero, los gatos no juegan en el agua, ¡les da miedo!"-
Nube se sintió un poco triste pero no podía dejar de pensar en la diversión que parecían tener. Así que decidió intentar entrar a la fuente, chapoteando con sus patitas. Los niños quedaron sorprendidos. "¡Miren, un gato nadador!"- gritó una niña.
A partir de ese día, Nube se convirtió en la sensación del parque. Todos los días, los niños venían a jugar con él. Pero un día, una tormenta se desató en el vecindario. Los truenos rugían y el agua empezaba a inundar el lugar. Los otros gatos se asustaron y se resguardaron en sus casas. Nube, sin embargo, se aventuró afuera.
"¿Qué estás haciendo, Nube?"- le preguntó su amiga, la perra Lila, desde la ventana.
"Quiero ayudar a los que están en problemas. ¡El agua no me da miedo!"- respondió Nube con valentía.
Nube vio a un pequeño pato atrapado en un charco profundo. "¡Ayuda! No puedo salir!"- graznó el pato. Nube nadó hasta él sin dudar. "No te preocupes, te sacaré de aquí!"- dijo Nube mientras extendía su pata. Con un esfuerzo, logró ayudar al pato a salir del charco.
"¡Eres un héroe, Nube!"- exclamó el pato, agradecido. En ese momento, los otros gatos que lo habían observado desde lejos comenzaron a salir de sus escondites. Uno de ellos, llamado Tomás, se acercó y dijo: "Nunca pensé que el agua pudiera ser tan divertida. ¿Me enseñás?"-
Nube sonrió. "¡Claro! El agua es como un mundo nuevo. Solo hay que aprender a disfrutarlo."- Fue así que Nube se convirtió en el maestro de natación para todos los gatos del vecindario. Los gatos descubrieron que no había nada de qué temer y empezaron a jugar y nadar con alegría.
Todo el vecindario se llenó de risas y chapoteos. Los niños también se unieron, celebrando las aventuras acuáticas con sus nuevos amigos felinos. La amistad entre gatos y niños floreció en el agua y todos aprendieron a disfrutar de nuevas experiencias juntos. Desde entonces, Nube no solo fue conocido como el gato que sí le gustaba el agua, sino también como un valiente amigo que ayudó a que todos superaran sus miedos.
Y así, con cada chapoteo, Nube enseñó que ser diferente es algo maravilloso y que, a veces, hay que dar un salto al agua para descubrir la diversión que hay en la vida.
FIN.