El Gato Soporte y la Gran Aventura del Jardín
Era una hermosa mañana en el pequeño pueblo de Villa Arcoíris. El sol brillaba y los pájaros trinaron con alegría, mientras una suave brisa acariciaba los árboles. En medio de todo ese esplendor, había un curioso gato llamado Bigotes. Bigotes era un gato que siempre tenía un pie en la aventura y el otro en la diversión.
Un día, mientras exploraba la casa de su dueña, la pequeña Sofi, Bigotes descubrió un extraño objeto en la cocina. Era una caja de herramientas, llena de destornilladores, martillos y tuercas. Bigotes, intrigado, se acercó y de pronto se dio cuenta de que era un —"soporte" para arreglar cosas.
"¿Qué será esto?" - musitó el gato, mientras se subía a la caja.
Justo en ese momento, Sofi entró en la cocina.
"¡Hola, Bigotes! Estás muy curioso hoy. ¿Vas a ayudarme en el jardín?" - le preguntó, sonriendo.
"¡Sí! Pero, ¿qué tengo que hacer?" - respondió Bigotes con su tono juguetón.
"Vamos a construir un pequeño soporte para mis flores. Necesitan algo que las mantenga erguidas" - explicó Sofi emocionada.
"¡Genial! Pero... ¿cómo se hace un soporte?" - inquirió el gato.
"Te lo mostraré. Con un poco de ayuda, lo lograremos juntos" - dijo Sofi, hermana y amiga de Bigotes.
Y así, los dos partieron hacia el jardín. Sofi le mostró a Bigotes cómo usar las herramientas, y aunque era un gato, de alguna manera Bigotes lograba 'ayudar'. Cada vez que Sofi necesitaba un destornillador, Bigotes lo traía con su boca.
Mientras trabajaban, Bigotes notó algo extraño. Un grupo de hormigas estaba tratando de mover una hoja enorme que los bloqueaba el camino.
"¡Mirá eso! Parece que esas hormigas necesitan un soporte también" - comentó Bigotes, señalando a las hormigas que luchaban.
"Cierto, Bigotes. Quizás podamos hacer algo para ayudarlas" - dijo Sofi pensativa.
Así que, usando un palo que habían encontrado, Bigotes y Sofi construyeron un pequeño puente para las hormigas.
"¡Listo! Ahora pueden cruzar fácil" - dijo Bigotes, orgulloso de su trabajo.
Las hormigas, agradecidas, comenzaron a bailar y gritar de felicidad, y Bigotes se sintió feliz por haber ayudado. Pero justo cuando estaban a punto de seguir con su proyecto, un rayo de sol iluminó el estanque del jardín. Para su sorpresa, encontraron a una pequeña tortuga atrapada en las ramas de un arbusto.
"Pobre tortuguita... ¡tenemos que ayudarla!" - exclamó Sofi.
"Claro... pero, ¿cómo hacemos para que no se asuste?" - preguntó Bigotes.
Sofi pensó por un momento y respondió:
"Podemos hacer un pequeño sendero con piedras, así puede salir sin miedo".
Trabajaron en equipo una vez más, creando un camino seguro. Con mucho esfuerzo y dedicación, lograron liberar a la tortuga. Cuando finalmente pudo salir, la tortuga los miró con agradecimiento.
"Gracias, pequeños amigos. Nunca antes había tenido tanta ayuda" - dijo con una sonrisa.
"¡De nada! Nos gusta ayudar" - contestó Bigotes, feliz.
Finalmente, el jardín de Sofi estaba lleno de flores en pie, hormigas cruzando su camino y una tortuga que exploraba con tranquilidad. Esa tarde, al finalizar su gran aventura, Sofi acarició a Bigotes y le dijo:
"Hoy aprendí algo importante: ayudar a los demás es una gran aventura. Aunque seamos pequeños, siempre podemos hacer algo grande".
"¡Sí! A veces un pequeño soporte puede marcar la diferencia" - agregó Bigotes, guiñándole un ojo a su amiga.
Y así, Bigotes y Sofi siguieron disfrutando de su jardín, siempre listos para cualquier aventura que el día siguiente les trajera alucinante.
FIN.