El Gato Travieso y sus Aventuras
Había una vez un gato llamado Rufi. Rufi era un gato de un año, muy curioso y juguetón, que vivía en una casa llena de risas y aventuras. Sus dueños, Clara y Tomás, lo adoraban, pero había algo que no podían evitar: Rufi siempre se metía en problemas.
Un día, mientras Clara y Tomás estaban preparando una fiesta de cumpleaños en el jardín, Rufi decidió que era el momento perfecto para explorar.
"¡Voy a descubrir qué hay detrás de esas plantas!" -pensó Rufi, mientras se escabullía entre los arbustos. Cuando llegó al otro lado, se encontró con una zona llena de globos y serpentinas.
"¡Miau! ¡Qué divertido!" -gritó al ver los globos de colores. Rufi empezó a saltar y a jugar con ellos, pero en un momento de emoción, un globo explotó.
"¡Ay! ¡Rufi! ¡No hagas eso!" -exclamó Clara, pero era demasiado tarde; los globos comenzaron a volar en todas direcciones. Rufi, asustado, salió corriendo en busca de refugio.
La fiesta no se detuvo porque Rufi tenía su propio espectáculo. Todos los niños se reían y corrieron tras de él, mientras él saltaba de un lado al otro.
Al día siguiente, Rufi volvió a ser su mismo gato travieso. Decidió que quería jugar en la caja de juguetes de los niños. Cuando su dueño no estaba mirando, Rufi se metió en la caja, ¡y qué desastre hizo! Los juguetes volaron por toda la habitación.
"¡Rufi!" -gritó Tomás riéndose. "¿No puedes jugar sin hacer un lío?"
Rufi se dio cuenta de que había desordenado la habitación, pero su energía y alegría no lo dejaban pensar en eso.
Un día, Rufi vio un pequeño ratón en la cocina. En lugar de asustarse, decidió jugar a atrapar al ratón. Corrió tras él, pero el ratón se metió por un agujero en la pared. Rufi se asomó, deseando poder alcanzar al pequeño animalito, pero de repente, ¡se dio cuenta de que no podía salir!"¡Ay, no! ¡¿Cómo salgo de aquí? !" -maulló Rufi angustiado. Escuchó la voz de Clara que lo llamaba.
"¿Dónde estás, Rufi?" -preguntó Clara. Al ver el revuelo en la cocina, se acercó y encontró a Rufi atrapado.
"¡Aquí estoy, Clara! ¡Ayúdame!" -miauó el pequeño gato. Clara, riendo, lo ayudó a salir.
"Rufi, tenés que aprender a ser un poco más cuidadoso. No todo el mundo juega como vos, ¿sabías?" -le dijo Clara.
Rufi se sintió un poco avergonzado, pero entendió la lección. Desde ese día, decidió jugar, pero siempre con mucho más cuidado. Aprendió que a veces sus travesuras podían causar problemas y que estaba bien divertirse, pero no a expensas de los demás.
Con el tiempo, Rufi se convirtió en un gato más sabio, que disfrutaba jugar con los niños de forma ordenada. Y aunque de vez en cuando se metía en algún problema (porque era un gato, después de todo), ya no los dejaba escapar de sus responsabilidades.
Así, Rufi aprendió a ser feliz jugando, pero también a cuidar de su entorno y de los que lo rodeaban, convirtiéndose en el mejor gato travieso que cualquiera podría desear.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.