El gato va feliz

Había una vez en un pintoresco barrio de Buenos Aires, un gato llamado Tito. Tito era un gato muy especial, ya que siempre estaba alegre y feliz. Su felicidad contagiaba a todas las personas y animales que se cruzaban en su camino. Un día, mientras paseaba por las calles empedradas del barrio, se encontró con una pandilla de perros callejeros que parecían tristes y desanimados.

- ¡Hola, amigos! ¿Por qué están tan tristes? -preguntó Tito con curiosidad.

- Es que estamos cansados de no tener un lugar donde vivir y de buscar comida en la basura -respondió uno de los perros con voz apagada.

Tito, con su eterna sonrisa en el rostro, les dijo: - No se preocupen, amigos. Yo sé un lugar donde podemos encontrar comida y refugio. Síganme.

Los perros, sorprendidos por la actitud positiva de Tito, decidieron seguirlo. Tito los guió hasta un mercado cercano, donde el amable dueño les dio comida y les permitió quedarse en un rincón protegido del frío.

Con el paso de los días, Tito y los perros callejeros se convirtieron en inseparables amigos. Juntos, recorrían el barrio llevando alegría a cada rincón. Un día, se encontraron con un grupo de niños tristes porque no tenían juguetes para jugar.

- No se preocupen, chicos. Yo sé cómo podemos solucionar esto -dijo Tito con entusiasmo. Así, organizó una campaña para recolectar juguetes usados y, con la ayuda de los vecinos, lograron reunir una gran cantidad de juegos que repartieron entre los niños del barrio.

La fama de Tito y su pandilla callejera llegó a oídos de una escritora de cuentos infantiles, quien decidió escribir un libro sobre sus aventuras. El libro se convirtió en un éxito y Tito y sus amigos se volvieron conocidos en todo el país. Con el dinero recaudado por la venta del libro, pudieron construir un refugio para animales callejeros, donde todos podían encontrar comida, atención médica y cariño.

Tito y sus amigos vivieron felices el resto de sus días, llevando alegría y esperanza a todos aquellos que lo necesitaban.