El Gato Valiente y el Ratón Sabio



Había una vez un gato llamado Rufián, que vivía en una casa con un dueño que no era muy amable. El dueño siempre le daba órdenes y a veces lo trataba mal. Un día, el dueño decidió que era hora de que Rufián se volviera más 'útil' y le dijo:

- '¡Rufián! ¡Tenés que ir a atrapar ese ratón que está abajo de la heladera! ¡De una vez por todas!'

Rufián miró hacia donde estaba la heladera. Desde su rincón, vio unos ojos muy pequeños y brillantes que lo miraban. Era un ratoncito llamado Timo. El gato sentía un nudo en el estómago, no quería hacerle daño a Timo. Le aclaró al dueño:

- 'Pero, señor, no creo que esté bien hacerle eso al ratón. ¿No podemos ser amigos?'

El dueño se rió.

- '¡Amigos! ¡Ja! ¿Cómo vas a ser amigo de un ratón? Eso no tiene sentido. ¡Hacé lo que te dije!'

Rufián suspiró y se acercó a la heladera. Cuando llegó, vio a Timo temblando de miedo. Sin embargo, el ratón lo miró directamente a los ojos. Rufián se sintió extraño, como si algo dentro de él estuviera cambiando.

- 'Hola, Gato. No quiero pelear contigo. ¿Te gustaría escuchar mi historia?'

Rufián, sorprendido, se detuvo.

- 'Tengo tiempo. Contame.'

Timo, el ratón, comenzó a relatar su vida. Habló sobre cómo había sido capturado por otros felinos, sobre su familia perdida y sobre lo difícil que era sobrevivir en la casa. Rufián lo escuchó atentamente.

- 'Si regresás a casa, prometo que nunca te haré daño. Solo quiero seguir viviendo.'

Rufián sintió que su corazón se ablandaba.

- 'Pero... el dueño me ordenó que te atrapara.'

Timo sonrió y dijo:

- 'Quizás, podrías hacer algo más valiente. Si no me atrapas, puedes demostrarle que no siempre hay que hacer lo que se dice. A veces hay que elegir lo correcto.'

Rufián pensó en las palabras de Timo. Nunca había considerado hacer algo diferente a lo que le ordenaban. Así que, con una decisión firme, respondió:

- '¡Está bien! No te atraparé.'

Timo, alegre, asomó un pequeño hocico afuera.

- '¡Gracias, Gato! ¡Eres valiente!'

Pero en ese momento, el dueño apareció en la cocina y vio a Rufián parado frente a la heladera.

- '¡Pero qué hacés, gato inútil! ¿Por qué no lo atrapaste?'

Rufián sintió un escalofrío. Pero tomó aliento y dijo:

- 'Porque no quiero hacerle daño, señor. Los ratones también tienen sentimientos.'

El dueño quedó sorprendido al escuchar esas palabras.

- '¿Qué estás diciendo?'

Rufián, con su voz firme, continuó.

- 'Si queremos ser amigos, no siempre hay que seguir órdenes que van en contra de nuestra conciencia. Podemos elegir ser amables.'

El dueño se quedó en silencio, pensativo. Nunca había considerado que un gato pudiera tener tantos sentimientos. Después de un rato, dijo:

- 'Quizás debas pensar en lo que has dicho. Tal vez no necesitas seguir mis órdenes si no crees que son correctas.'

Desde ese día, Rufián y Timo se volvieron grandes amigos. Rufián no solo dejó de ser un gato obediente que solo seguía órdenes, sino que también comenzó a enseñar al dueño sobre la empatía. Con el tiempo, la casa se llenó de risas y alegría.

- '¡Es genial que seamos amigos, Timo!'

- '¡Sí, Rufián! Y gracias por ser un gato tan valiente. ¡Hoy aprendimos que siempre hay que escuchar a nuestro corazón!'

Y así, bajo el brillo de la heladera, nació una amistad inesperada que cambió la vida de los tres para siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!