El gato y el dragón


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un gato muy especial llamado Elías. Era un gato blanco con manchas negras y unos ojos verdes brillantes que siempre estaban llenos de curiosidad y valentía.

Un día, mientras Elías paseaba por el bosque cercano al pueblo, escuchó unos rugidos aterradores. Se acercó sigilosamente y descubrió que un malvado dragón había despertado de su largo sueño y estaba causando caos y destrucción en la región.

Todos los habitantes estaban asustados y no sabían qué hacer. Elías, con su valentía y determinación, decidió enfrentarse al dragón para salvar a su pueblo.

Se acercó al enorme reptil con paso firme y sin dudarlo dijo: "¡Alto ahí, dragón! No permitiré que sigas sembrando el terror en Villa Feliz". El dragón, sorprendido por la valentía del pequeño gato, se detuvo y lo miró con curiosidad. "-¿Y tú quién eres para desafiarme?", gruñó el dragón con voz amenazante.

"-Soy Elías, el gato más valiente de todos los tiempos", respondió orgulloso el felino. "-Y estoy aquí para demostrarte que no necesitas ser grande para ser poderoso. "El dragón soltó una carcajada tan fuerte que hizo temblar los árboles cercanos.

"-¡Un simple gato pretende derrotarme! ¡Ja! Será divertido aplastarte", dijo burlonamente el dragón antes de lanzar una llamarada hacia Elías. Pero Elías era ágil y rápido, esquivó hábilmente las llamas del dragón y saltó sobre su espalda escamosa.

Con sus afiladas garras logró sujetarse fuertemente mientras le decía al oído: "-No todo se trata de fuerza bruta, a veces la astucia y la valentía son armas mucho más poderosas.

"El dragón intentaba sacudirse a Elías de encima, pero el gato no se rendía. Con agilidad extrema logró llegar hasta la boca del dragón e introducirse dentro de ella. Una vez dentro, empezó a rascarle la garganta con todas sus fuerzas.

El dolor hizo que el dragón abriera desmesuradamente la boca dejando escapar a Elías ileso. La garganta del monstruo ardía tanto que comenzó a toser violentamente hasta quedar exhausto en el suelo.

Los habitantes de Villa Feliz observaban atónitos cómo Elías salía victorioso del interior del temible dragón. Lo miraron con admiración y gratitud por haberlos salvado. Desde ese día, Elías se convirtió en el héroe del pueblo y todos lo celebraron como merecía.

Aprendieron que no importa cuán pequeño puedas ser frente a un problema gigante; si tienes coraje, determinación e inteligencia puedes superar cualquier obstáculo que se interponga en tu camino.

Y así fue como un humilde gato llamado Elías salvó al mundo de un terrible peligro demostrando que incluso los más pequeños pueden lograr hazañas extraordinarias cuando actúan con valentía y bondad en sus corazones.

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