El Gato y los 5 Ratoncitos
En un tranquilo y colorido pueblo, vivía un gato llamado Miguel. Era un gato elegante y suave, con un pelaje amarillo brillante. Miguel disfrutaba de la vida en el campo, pero había un pequeño problema: ¡le encantaba perseguir a los ratones!
Un día, Miguel se encontraba descansando bajo un árbol cuando notó a cinco ratoncitos jugando en el jardín de la señora Rosa. Los ratoncitos eran: Rocco, Lila, Titín, Pipo y Ana. Eran juguetones y siempre estaban llenos de energía. Sin embargo, cuando Miguel los vio, sus ojos brillaron de emoción y se relamió los labios.
"¡Mmm, qué ricos se ven!", pensó Miguel.
Pero los ratoncitos no eran tontos. Lila, la más astuta, miró hacia el árbol y dijo:
"Chicos, ¡cuidado! ¡Ese gato nos está mirando!"
Rocco, que era el más valiente del grupo, propuso:
"No debemos asustarnos, ¡podemos hacer un plan!"
Ana, que era la más pequeña pero tenía una gran imaginación, sugirió:
"¿Y si hacemos un juego? Si logramos distraer a Miguel, podremos escapar sin problemas. ¡Convencemos a nuestro amigo a jugar con nosotros!"
Mientras Miguel se acercaba sigilosamente, los cinco ratones comenzaron a hacer malabares con unas nueces que encontraron en el jardín. Miguel se detuvo sorprendido y, por primera vez, sintió curiosidad en vez de hambre.
"¡Eso es impresionante!", exclamó el gato.
"¡Gracias! Si querés, podés unirte a nosotros!", dijo Titín, entusiasmado.
Miguel frunció el ceño.
"Pero... ¡yo soy un gato! Los gatos cazan ratones."
"No hoy!", contestó Pipo con entusiasmo.
"Hoy somos amigos. Vení a jugar con nosotros. ¡Te prometemos que será divertido!"
Miguel dudó un momento, pero la idea de jugar era muy tentadora.
"Está bien, sólo por hoy. Pero después de esto no prometo nada. ¡Comencemos!"
Así fue como Miguel se unió a los cinco ratoncitos. Jugaron a las escondidas, a la pelota y hasta a saltar entre las flores. El gato, que antes solo pensaba en cazar, se olvidó de su naturaleza y disfrutó de cada momento.
Pero algo inesperado sucedió. Mientras jugaban, se oyó un ruido fuerte. Era un perro del vecino que comenzó a correr hacia ellos. Los ratoncitos quedaron paralizados del miedo, y Miguel no sabía qué hacer.
"¡Corremos!", gritó Rocco.
"No, esperen, ¡eso es exactamente lo que quiere que hagamos!"
"¿Qué haces, Miguel?", preguntó Lila.
"Solo confíen en mí, les mostraré cómo salir de esto", dijo el gato decidido.
Miguel los llevó rápidamente hacia un tronco caído que había cerca.
"¡Entren por aquí!"
Los cinco ratoncitos se deslizaron dentro del tronco y Miguel los siguió. Allí, protegidos, pudieron escuchar cómo el perro pasaba de largo.
Una vez que el peligro había pasado, Miguel respiró hondo y dijo:
"Nunca pensé que el trabajo en equipo sería tan importante."
"Sí, ¡y ahora somos amigos!", dijo Ana con una gran sonrisa.
El gato se dio cuenta de que no todo era cazar; a veces, la verdadera felicidad está en compartir momentos y hacer amigos. Después de ese día, Miguel y los cinco ratoncitos siguieron jugando juntos, creando un vínculo que nadie hubiera imaginado.
Desde entonces, Miguel dejó de pensar en los ratones como un almuerzo y los vio como sus amigos. Aprendió que la amistad era más importante que sus instintos naturales, y así, el gato y los cinco ratoncitos vivieron muchas aventuras juntos, siempre cuidándose los unos a los otros.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.