El gato y los signos mágicos



Había una vez una niña llamada Lucía, a quien le encantaba pasear por su barrio para descubrir cosas nuevas. Un día, mientras caminaba por la calle, vio a un gato negro y blanco que parecía tener algo muy especial.

El gato se acercó a ella y le dijo: -¡Hola, soy Momo, el gato mágico! ¿Quieres aprender sobre los signos y los símbolos conmigo? Lucía estaba sorprendida, pero asintió emocionada.

Momo le explicó que los signos y símbolos están en todas partes: en las señales de tránsito, en los dibujos de sus libros e incluso en las caritas felices que envía por mensaje a sus amigos. Momo le mostró cómo los signos podían dar instrucciones, contar historias y expresar emociones.

Juntos, exploraron el barrio en busca de signos mágicos. Encontraron un ícono de un corazón que les recordó la importancia del amor y la amistad.

También descubrieron un índice que les señalaba el camino hacia la biblioteca, donde encontraron señales que les contaban cuentos sin palabras. El gato y Lucía aprendieron mucho juntos, pero un día, Momo desapareció. Lucía lo buscó por todos lados, hasta que finalmente lo encontró en una vieja estación de tren.

Momo le mostró un signo que representaba un reloj y le explicó que era hora de partir. Lucía entendió que era el momento de despedirse de su amigo, pero también de recordar todo lo que había aprendido.

Momo le enseñó que los signos pueden ser mágicos si sabemos cómo leerlos, y que siempre estarían conectados a través de esos signos especiales que encontraron juntos en su aventura.

Lucía regresó a casa con el corazón lleno de conocimiento y magia, lista para seguir descubriendo signos en cada rincón del mundo.

FIN.

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