El Gaucho y el Problema del Campo
En un rincón del vasto campo argentino, vivía un gaucho llamado Martín. Era conocido por su valentía y bondad, cuidando de su hacienda y los animalitos que ahí habitaban. Pero un día, mientras recorría los alrededores, encontró un problema que le preocupaba mucho.
"¡Ay, qué barbaridad!" -exclamó Martín al ver que la fuente de agua había comenzado a secarse. "Si no hay agua, mis animales se van a enfermar y no podré cultivar los campos."
Decidido a encontrar una solución, Martín se sentó a pensar. De pronto, su amigo Patricio, el loro, se posó en su hombro.
"¡Hola, Martín! ¿Qué te tiene tan preocupado?" -preguntó el loro.
"La fuente de agua se está secando y no sé qué hacer..." -respondió Martín con un suspiro.
Patricio, siempre lleno de ideas, dijo:
"Tal vez podamos buscar un nuevo lugar donde haya agua. ¡Sigamos a la brisa, ella siempre sabe hacia dónde soplar!"
Motivado por la sugerencia de su amigo, Martín emprendió su camino. Juntos cruzaron prados, montañas y hasta ríos. Tras varias horas de búsqueda, encontraron un viejo y sabio árbol, que parecía conocer todos los secretos del campo.
"¡Hola, viejito!" -saludó Martín. "¿Te gustaría ayudarme a encontrar agua?"
El árbol sonrió, dejando caer algunas hojas doradas al suelo.
"Claro que sí, joven gaucho. Escucha el susurro del viento, él siempre trae el mensaje de la naturaleza."
Siguiendo el consejo del árbol, Martín prestó atención al viento. El susurro lo llevó a un pequeño arroyo oculto entre algunas piedras.
"¡Mirá, Patricio! ¡Agua!" -gritó emocionado Martín.
"Esto es maravilloso, Martín. Pero ¿cómo haremos para que el agua llegue a tu hacienda?" -preguntó el loro, pensando en una solución.
"Necesitamos construir un canal, una zanja que dirija el agua hacia la hacienda" -dijo Martín, decidido.
Con la ayuda de Patricio y algunos amigos que se unieron en el camino, comenzaron a cavar. Cada uno traía palas, cubos y mucha energía.
"Vamos, todos juntos!" -gritó Martín animando a su grupo. "Si trabajamos en equipo, podemos lograrlo!"
Los amigos estaban tan entusiasmados que pronto comenzaron a cantar mientras trabajaban:
"Con esfuerzo y alegría, el agua ya vendrá, ¡juntos lo lograremos, se los voy a mostrar!"
Después de horas de trabajo, lograron terminar el canal. Mirando con ansias, Martín abrió la compuerta y dejó que el agua fluyera hacia su campo.
"¡Sí, lo logramos!" -exclamó, lleno de alegría.
"Gracias a todos. Sin ustedes, no lo habría logrado" -los abrazó a cada uno.
La fuente de agua volvió a burbujear y el campo floreció una vez más. Los animales estaban saludables y los cultivos se llenaron de color. Martín comprendió que, aunque un problema parecía grande, si se trabajaba en equipo y se tenía fe en uno mismo, las soluciones siempre estaban al alcance.
Y así, el gaucho y sus amigos aprendieron que siempre podían contar el uno con el otro y que la naturaleza siempre brindaba su ayuda si escuchaban sus susurros. Desde entonces, nunca dejaron de cuidar el río y de compartir las alegrías del campo.
"Siempre debemos recordar, juntos somos más fuertes," -dijo Martín.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.