El gavilán y el gato travieso
En lo más alto de un árbol vivía un gavilán llamado Gustavo, quien pasaba sus días observando el mundo desde su privilegiada altura.
Un día, un gato travieso llamado Tito llegó a la zona y empezó a causar problemas en el vecindario. Los pájaros estaban asustados y nadie sabía qué hacer. Gustavo decidió tomar cartas en el asunto y confrontar a Tito. -¿Por qué causas tanto alboroto, Tito? -preguntó Gustavo con firmeza.
-¡Ja! ¿Y tú quién eres para decirme qué hacer? -respondió Tito con desafío. Gustavo explicó que todos merecían vivir en paz y que él podía usar su aguda visión para ayudar a Tito a encontrar una forma más positiva de divertirse.
Poco a poco, Tito fue conociendo a diversos personajes del vecindario, como la mamá pata y sus patitos, el conejo veloz y el puercoespín espinoso. A medida que interactuaba con ellos, Tito descubría lo divertido que podía ser jugar de forma amigable.
Finalmente, Tito se disculpó con todos por sus travesuras pasadas y se propuso ser un gato más considerado. Los vecinos, incluido Gustavo, aceptaron sus disculpas y Tito se convirtió en parte integral de la comunidad.
La amistad entre Gustavo y Tito demostró que, aunque las diferencias pueden generar conflictos, el diálogo y la empatía pueden llevar a la comprensión y el cambio positivo.
FIN.