El Gigante Amistoso


En lo profundo del bosque encantado, vivía un gigante amable y cariñoso llamado Nicolás. A pesar de su tamaño imponente, Nicolás se comportaba como un tierno osito de peluche, disfrutando de las flores, los pajaritos y las nubes.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Nicolás se topó con un pequeño duende llamado Renato. "¡Hola, amiguito! ¿Qué haces por aquí tan solito?" preguntó Nicolás con gentileza. Renato, impresionado por el tamaño del gigante, titubeó un poco antes de responder: "Hola.

Estoy buscando moras para mi abuelita, pero me perdí." Con una sonrisa amable, Nicolás se ofreció a ayudar al duende a buscar las moras. Juntos, caminaron por el bosque hasta encontrar un arbusto repleto de deliciosas moras.

Mientras Renato se llenaba una canasta, llegaron sus amigos duendes, quienes al ver al gigante, se pusieron muy nerviosos. "¡Es un gigante! Seguro nos quiere comer!" exclamó uno de los amigos de Renato.

Sin darle oportunidad al gigante de explicarse, los amigos del duende comenzaron a gritar y a arrojarle piedras. Nicolás, sorprendido y apenado, intentaba calmarlos, pero los pequeños duendes estaban demasiado asustados.

Fue entonces que Renato intervino, explicando que el gigante los había ayudado a encontrar las moras y que era un ser noble y amistoso. Lentamente, los amigos del duende se dieron cuenta de su error y se disculparon con Nicolás.

A partir de ese día, el gigante y los duendes se convirtieron en grandes amigos, compartiendo aventuras y aprendiendo que las apariencias pueden engañar, y que es importante no juzgar a los demás sin conocerlos.

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