El gigante Bruno y la valiente Martina



Había una vez un gigante llamado Bruno que vivía en lo alto de una montaña.

Era el gigante más amable y bondadoso que se pueda imaginar, pero lamentablemente, la gente del pueblo le tenía miedo debido a su apariencia imponente y su tamaño gigantesco. Un día, mientras Bruno paseaba por el bosque cerca de su casa, escuchó risas y voces infantiles. Se acercó sigilosamente y vio a una niña llamada Martina jugando con sus amigos.

Martina era valiente y no temía a nada ni a nadie. Al ver al gigante, decidió acercarse sin tenerle miedo. Martina extendió su pequeña mano hacia Bruno y dijo: "¡Hola! Soy Martina.

¿Cómo te llamas?"El gigante sonrió sorprendido por la valentía de la niña y respondió: "Soy Bruno". Desde ese momento, Martina visitaba a Bruno todos los días para jugar juntos.

Juntos construyeron castillos de arena, treparon árboles altos e incluso plantaron flores en el jardín del gigante. A medida que pasaban los días, la noticia sobre la amistad entre Martina y Bruno comenzó a correr por todo el pueblo. La gente estaba asombrada de que un gigante pudiera ser tan amigable con los niños.

Un día, mientras caminaban por las calles del pueblo tomados de la mano, se encontraron con un grupo de niños asustados escondidos detrás de unos arbustos.

Martina se acercó a ellos y preguntó: "¿Por qué están escondidos? No tienen que tenerle miedo a Bruno. Él es mi amigo y nunca nos haría daño". Los niños, intrigados por las palabras de Martina, se acercaron lentamente hacia Bruno.

Al ver que el gigante solo les sonreía amablemente, comenzaron a sentirse más valientes. Pronto todos los niños estaban riendo y jugando con él. La noticia de la bondad de Bruno se extendió aún más rápido después de ese día.

La gente del pueblo comenzó a comprender que no deberían juzgar a alguien por su apariencia externa. Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, Bruno vio un cartel que anunciaba una competencia de fuerza. Decidió participar para mostrarle al pueblo lo fuerte y amable que podía ser.

Cuando llegó el día de la competencia, todos estaban emocionados por ver al gigante en acción. Pero para sorpresa de todos, en lugar de usar su fuerza para aplastar cosas como esperaban, usó su destreza para construir casas y puentes.

El público estaba asombrado ante la habilidad del gigante y comenzaron a aplaudirlo frenéticamente. Todos se dieron cuenta de que era un error haberle temido sin conocerlo primero. Desde entonces, Bruno se convirtió en el protector del pueblo.

Ayudaba a reparar techos rotos después de una tormenta e incluso rescataba gatitos atrapados en los árboles altos. La historia del gigante bueno se convirtió en un cuento popular contado por generaciones en el pueblo.

Enseñaba a los niños sobre la importancia de no juzgar a alguien por su apariencia externa y cómo la amistad puede derribar cualquier barrera.

Y así, gracias a la valentía y amistad de una pequeña niña llamada Martina, el gigante Bruno logró cambiar la percepción del pueblo y vivieron felices para siempre.

FIN.

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