El Gigante de las Castañas


Había una vez una Castañera llamada Catalina, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Catalina siempre esperaba con ansias la llegada del otoño, ya que era la temporada de las castañas, su fruto favorito.

Un día, mientras paseaba por el bosque en busca de castañas, Catalina se encontró con un Gigante del Castañar. El gigante era amigable y gentil, y tenía una gran habilidad para encontrar las castañas más deliciosas y perfectas.

Juntos recogieron tantas castañas como pudieron llevar. De vuelta en la ciudad, Catalina decidió tostar las castañas y venderlas en la plaza central. Llegó al lugar con su gato Marrameu, quien siempre la acompañaba en sus aventuras.

Tan pronto como comenzaron a tostarse las castañas, un irresistible aroma otoñal llenó el aire y atrajo a los transeúntes curiosos. La gente se acercaba atraída por el delicioso olor y compraban bolsitas de castañas calientes para disfrutarlas mientras caminaban por la plaza.

Los niños sonreían emocionados al probar las dulces y crujientes castañas. Catalina estaba feliz de compartir su pasión por las castañas con todos los habitantes del pueblo.

Pero algo inesperado sucedió cuando apareció Don Lorenzo, el comerciante más importante de la ciudad. Don Lorenzo no estaba contento con el éxito repentino de Catalina porque temía que le quitara clientes. - ¡Eh tú! -exclamó Don Lorenzo-.

¿Qué crees que estás haciendo aquí? ¡Estás arruinando mi negocio! Catalina se sintió triste y desanimada. No quería causar problemas, solo quería compartir su amor por las castañas con los demás. Pero entonces, el Gigante del Castañar dio un paso adelante. - Disculpe, señor -dijo el gigante-.

Catalina no está aquí para robarle clientes, solo quiere alegrar a la gente con sus deliciosas castañas. Hay suficiente espacio para que todos prosperemos. Don Lorenzo miró al gigante y luego a Catalina.

Poco a poco, su expresión cambió de enojo a comprensión. - Tienes razón -admitió Don Lorenzo-. Perdona mi reacción exagerada. Veo ahora que no hay necesidad de competir cuando podemos colaborar.

A partir de ese día, Catalina y Don Lorenzo trabajaron juntos para llevar las castañas tostadas a más personas en la ciudad. Montaron un puesto conjunto en la plaza y vendieron aún más castañas juntos. Los habitantes del pueblo estaban felices de tener una variedad de opciones para disfrutar las ricas castañas.

La historia de Catalina y Don Lorenzo se convirtió en un ejemplo inspirador para todos en el pueblo. Aprendieron que trabajar juntos y apoyarse mutuamente puede llevar al éxito compartido.

Y así, cada otoño, Catalina continuó reagarrando castañas con la ayuda del Gigante del Castañar mientras Marrameu vigilaba desde lejos.

La plaza se llenaba con el aroma inconfundible de las castañas tostadas y la gente se reunía en torno al puesto conjunto de Catalina y Don Lorenzo para disfrutarlas juntos. El otoño se convirtió en la estación más especial para todos en el pueblo, gracias a la amistad y cooperación entre Catalina, el Gigante del Castañar y Don Lorenzo.

Y así, su historia vivió para siempre en los corazones de las personas, recordándoles que cuando trabajamos juntos, podemos crear algo hermoso y hacer felices a los demás.

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