El Gigante de las Montañas
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, un gigante llamado Tual. Su tamaño imponente causaba temor entre los habitantes del lugar, quienes contaban historias aterradoras sobre él. Sin embargo, Tual era en realidad el guardián de la naturaleza; sus grandes manos cuidaban de los árboles, ríos y animales del bosque.
Cuando los primeros habitantes llegaron al pueblo, Tual se mostró amistoso. Un día, decidió acercarse y se presentó ante una joven llamada Lila, que siempre había estado fascinada por los relatos de su valentía.
"¡Hola, pequeña! No temas. Soy Tual, el gigante de estas montañas. Estoy aquí para proteger la naturaleza que nos rodea."
Lila, sorprendida, exclamó:
"¡Pero, pero! Todos dicen que eres peligroso. ¿Por qué deberíamos confiar en ti?"
Tual sonrió y explicó:
"Mi tamaño puede asustarte, pero solo quiero ayudarte. La tierra es esencial, y sin ella no podríamos vivir. Si cuidamos de ella, ella también cuidará de nosotros."
Los habitantes, al escuchar esto, decidieron ignorarlo y continuaron con su vida como si nada hubiera pasado. Cortaban árboles y ensuciaban los ríos, y Tual, desilusionado por la falta de cuidado, decidió ocultarse en las montañas.
Con el tiempo, el pueblo comenzó a sufrir. Las cosechas fueron escasas y el agua se volvió contaminada. Los campesinos, preocupados, se reunieron en la plaza del pueblo.
"¿Qué haremos? ¡Nuestros cultivos están muriendo!" - gritó uno de ellos.
"Tal vez deberíamos pedir ayuda a Tual, aunque nos asuste." - sugirió Lila, recordando su encuentro.
Los habitantes se miraron entre sí, dudando. Pero finalmente, Lila los convenció. Juntos, decidieron subir a las montañas y buscar al gigante. Una vez en la cima, Lila gritó:
"¡Tual! Por favor, ayúdanos. Nos dimos cuenta de nuestro error. ¡Necesitamos tu protección!"
Para su sorpresa, una nube de polvo se levantó y Tual apareció, más grande que nunca.
"¿Por qué han venido?" - preguntó, con un tono serio.
Lila, temblando, respondió:
"Nos hemos dado cuenta de que sin cuidar la tierra, estamos dañándonos a nosotros mismos. ¡Te necesitamos!"
Tual observó a los habitantes, quienes mostraban signos de arrepentimiento.
"Está bien. Pero sólo volveré si prometen cuidar de la naturaleza. Cada árbol que corten, plantaréis dos. Cada río que ensucien, lo limpiaréis. ¿Aceptan?"
Los habitantes asintieron con solemnidad.
"¡Prometemos cuidarla!" - respondieron al unísono.
Entonces, Tual sonrió, y su tamaño se fue reduciendo, convirtiéndose en el amigo que siempre había querido ser.
"¡Ahora sí! Juntos recuperaremos la tierra y el agua. Pero recuerden, lo más importante es vivir en armonía."
Lila y los demás comenzaron a trabajar junto a Tual. Plantaban árboles, limpiaban los ríos y aprendían sobre el respeto a la naturaleza. Con cada acción, el pueblo floreció, y se dio cuenta de que, cuando cuidaban de la tierra, ella también los cuidaba a ellos.
Con el tiempo, Tual se convirtió en un puente entre la humanidad y la naturaleza, enseñando a los niños y a los adultos sobre la importancia de proteger el medio ambiente.
"Recuerden, pequeños amigos, todo está conectado. Nuestra vida depende de la naturaleza. Nunca olviden cuidar de ella."
Así fue como el pueblo y Tual aprendieron a vivir en armonía, protegiendo la tierra que tanto amaban. Y desde aquel día, todos recordaron la lección del gigante, el verdadero guardián de los bosques y montañas.
FIN.