El Gigante Dormido



En un tranquilo pueblito de Argentina, los niños estaban llenos de emoción mientras jugaban en la plaza. Sin embargo, detrás de las risas y juegos, un misterioso mapa había llegado a sus manos. El mapa hablaba de un gigante que dormía pacíficamente en África, y se decía que si despertaba, podría causar una gran destrucción.

"¿Te imaginas si el gigante se despierta?" - preguntó Lila, con una mirada de preocupación.

"No, no puede ser. Es solo una leyenda" - respondió Tomás, intentando calmar a sus amigos.

Los niños se agruparon alrededor de la mesa de la plaza, discutiendo cada detalle del mapa. Las historias sobre el gigante comenzaron a generar ansiedad.

"Podríamos ir a África y asegurarnos de que no se despierte" - sugirió Nico, emocionado.

"Pero, ¿cómo llegamos hasta ahí?" - dijo Valeria, cruzando los brazos. "No tenemos dinero para un viaje tan largo".

Sin embargo, la idea de aventurarse fue tomando forma. Después de varias semanas de reuniones clandestinas, decidieron organizar un evento cariñoso en la plaza para reunir fondos: una fiesta con juegos, comida y cuentos.

Mientras tanto, su maestra, la señora Rosa, se dio cuenta de que los niños estaban tensionados.

"Chicos, ¿por qué no cambiamos el tema? Hay tantas cosas increíbles en el mundo" - sugirió ella.

"Pero la historia del gigante es real, señora" - insistió Tomás.

La señora Rosa sonrió, "Quizás sea real en el sentido de que hay historias que nos enseñan sobre el miedo. ¿Qué pasaría si en lugar de pensar en lo malo, pensamos en lo positivo?".

Los niños se vieron entre sí. ¿Podría haber otra forma de ver el gigante?

Decidieron hacer caso a la señora Rosa e investigar sobre el gigante. Así descubrieron que, en realidad, el gigante también simbolizaba la fuerza y la belleza de la naturaleza.

"Se dice que está resguardando la sabana con su sueño" - explicó Cata, emocionada tras leer un libro sobre África.

"Y mientras sueña, los animales viven tranquilos" - añadió Tomás, notando lo importante que era ese sueño.

Entonces, en lugar de tener miedo, los niños pensaron en un plan diferente. Decidieron organizar su fiesta, pero esta vez como una celebración de la naturaleza y la cultura africana.

Prepararon danzas, cocinaron comida típica y contaron historias de animales que habitaban la región. En lugar de recolectar fondos para protegerse del gigante, deliberaron enseñar a otros sobre la belleza de la vida salvaje.

El gran día llegó, y la plaza se llenó de alegría y risas. Los padres, abuelos y vecinos llegaron a disfrutar la fiesta. Todos bailaron, probaron deliciosas comidas y escucharon cuentos. En medio de todo ese gozo, se olvidaron del miedo al gigante.

Al finalizar el evento, los niños juntaron los fondos y decidieron donarlo a una organización que trabaja para la conservación de animales en peligro de extinción.

"¡Hicimos algo increíble! Ahora podemos cuidar a los animales!" - dijo Lila, con una gran sonrisa.

"Sí, y eso es más importante que temer a un gigante" - concluyó Nico.

Y así, con esta nueva perspectiva, los niños aprendieron que a veces lo que nos asusta puede ser una oportunidad para hacer algo bueno y creativo.

Desde entonces, el gigante continuó soñando en África, mientras todos los niños de su pueblito aprendieron a cuidar del mundo y a apreciar las riquezas que ofrece la naturaleza, convirtiendo sus miedos en acciones inspiradoras.

FIN.

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