El girasol que florece
Había una vez un niño llamado Ángel que vivía en un pequeño pueblo. Ángel era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Sin embargo, había algo en lo que Ángel no era tan bueno: seguir instrucciones.
Un día, la maestra de Ángel le dio una tarea muy importante. Debía cuidar de su planta de girasol durante una semana para ver cómo crecía.
La maestra le explicó detalladamente cómo regarla y colocarla al sol todos los días. Pero, como siempre, Ángel no prestó mucha atención a las instrucciones de la maestra. En lugar de eso, llevó la maceta al patio trasero y se olvidó completamente de ella.
Pasaron los días y el girasol empezó a marchitarse poco a poco bajo el sol abrasador del verano. Los demás niños del pueblo le advertían a Ángel que debía seguir las instrucciones de la maestra si quería que su planta sobreviviera, pero él simplemente ignoraba sus consejos.
Un día, mientras jugaba cerca del río, escuchó un sonido extraño proveniente del agua. Se acercó sigilosamente y vio a un pescador intentando atrapar un pez gigante con su caña. - ¡Oye! -exclamó el pescador-.
¿Podrías darme una mano? Este pez es demasiado grande para mí solo. Ángel se emocionó ante la posibilidad de ayudar al pescador y corrió hacia él sin pensarlo dos veces. Juntos, lucharon contra el pez hasta que finalmente lograron sacarlo del agua.
El pescador agradeció a Ángel por su ayuda y le dijo:- Sabes, pequeño, para ser tan joven, tienes mucha fuerza y determinación. Si aprendes a seguir las instrucciones adecuadas, podrías lograr grandes cosas en la vida.
Ángel miró al pescador con curiosidad y le preguntó:- Pero ¿cómo puedo aprender a seguir instrucciones? Siempre me olvido o simplemente no quiero hacerlo. El pescador sonrió y respondió:- La clave está en entender que las instrucciones están ahí para ayudarte.
No son un obstáculo, sino una guía hacia el éxito. Si te tomas el tiempo para escuchar y comprender lo que te dicen, podrás evitar muchos problemas en el futuro.
Ángel reflexionó sobre las palabras del pescador durante todo el camino de regreso a casa. Al llegar, vio la planta de girasol completamente marchita y se sintió triste por no haberla cuidado correctamente.
Decidió darle una segunda oportunidad a su planta y siguió al pie de la letra todas las instrucciones que había recibido de la maestra. Regó la planta todos los días, la colocó bajo el sol adecuado y le hablaba suavemente para animarla a crecer fuerte y sana. Poco a poco, el girasol comenzó a recuperarse.
Sus hojas volvieron a brillar con un verde intenso y sus tallos se enderezaron hacia arriba. Ángel estaba emocionado al ver cómo su esfuerzo daba resultado.
Cuando llegó el día de llevar la planta de vuelta al colegio, Ángel se sintió muy orgulloso de su girasol. La maestra lo felicitó por haber seguido las instrucciones y le dijo que había hecho un excelente trabajo.
A partir de ese día, Ángel comprendió la importancia de seguir las instrucciones en todas las áreas de su vida. Aprendió que al hacerlo, no solo evitaría problemas, sino que también lograría grandes cosas. Y así, Ángel se convirtió en un niño responsable y atento a las indicaciones que recibía.
Siempre recordaba la lección del pescador y nunca más olvidó seguir las instrucciones adecuadas. Desde entonces, Ángel alcanzó el éxito en todo lo que emprendió y siempre fue reconocido por su determinación y capacidad para seguir instrucciones.
Y todo gracias a una planta de girasol que le enseñó una valiosa lección sobre la importancia de escuchar y aprender.
FIN.