El girasol y la abejita



Había una vez un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores y tamaños. En ese jardín vivía un girasol llamado Simón, pero había algo muy especial en él: era el girasol más perezoso que jamás habían conocido.

Cada mañana, cuando el rey sol comenzaba a asomarse por el horizonte, todas las flores se despertaban y levantaban sus cabezas para recibir su cálida luz. Pero Simón siempre quería dormir cinco minutos más.

"Simón, ¡despierta! El rey sol ya está aquí", le decían las otras flores con entusiasmo. Pero Simón solo bostezaba y respondía adormilado: "Solo unos minutos más, por favor". Las demás flores se desesperaban al ver la actitud tan poco entusiasta de Simón.

Intentaron motivarlo de muchas formas diferentes, pero nada parecía funcionar. Hasta que un día llegó al jardín una pequeña abejita llamada Lola. Lola era trabajadora y siempre estaba llena de energía.

Cuando vio a Simón acostado en el suelo sin levantar la cabeza hacia el sol, no pudo evitar preguntarle:"Disculpa, ¿por qué no te gusta levantarte temprano para disfrutar del sol como todas las demás flores?"Simón miró a Lola con tristeza y respondió: "Es que soy muy perezoso y me cuesta mucho trabajo levantarme temprano.

Siempre quiero dormir cinco minutos más". Lola sonrió amablemente y dijo: "Entiendo lo que sientes, pero déjame contarte algo. A quien madruga, Dios le ayuda.

Cuando te levantas temprano, puedes aprovechar al máximo el día y disfrutar de todas las maravillas que nos rodean". Simón pensó en las palabras de Lola y decidió darle una oportunidad a despertar temprano.

Al día siguiente, cuando el rey sol comenzó a asomarse por el horizonte, Simón hizo un gran esfuerzo y levantó su cabeza hacia él. "¡Wow! Esto es increíble", exclamó Simón maravillado. "El sol ilumina mi vida y me llena de energía". Desde ese día, Simón se convirtió en el girasol más madrugador del jardín.

Se dio cuenta de todas las cosas hermosas que había estado perdiendo por quedarse dormido. Las demás flores se alegraron mucho al ver la transformación de Simón.

Juntos disfrutaban del sol cada mañana, bailaban con la brisa y compartían historias sobre sus aventuras en el jardín. La actitud positiva y entusiasta de Simón inspiró a las demás flores a aprovechar cada día al máximo.

Aprendieron que no importa cuán perezoso o cansado estés, siempre hay algo maravilloso esperando afuera si te das la oportunidad de descubrirlo. Y así, gracias a Lola y su sabiduría, Simón dejó atrás su pereza para convertirse en un girasol lleno de energía y felicidad.

Y todos los días recibía la cálida luz del rey sol con una sonrisa en su rostro.

FIN.

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