El globo de los sueños


Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Sofía siempre había sido una niña muy comunicativa y expresiva, pero últimamente se sentía frustrada porque nadie parecía entenderla.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Sofía tuvo una idea. Decidió construir un globo gigante para volar por los cielos y buscar a alguien que pudiera entenderla.

Se puso manos a la obra y comenzó a recolectar materiales: papel, pegamento y muchos colores brillantes. Después de días de trabajo duro, el globo estaba listo para volar. Sofía subió al cesto del globo junto con su mejor amigo, Lucas, quien siempre había estado allí para ella.

Juntos elevaron el globo hacia el cielo azul. Mientras flotaban por encima de las nubes, Sofía miró hacia abajo y vio cómo su pueblo se hacía más pequeño.

Pero no importaba cuánto tiempo pasara o qué tan alto llegaran; aún no encontraban a nadie que entendiera realmente lo que ella quería decir. Entonces, justo cuando estaban a punto de rendirse y volver a casa decepcionados, algo increíble sucedió. Un grupo de aves multicolores apareció volando a su lado.

Las aves cantaban hermosas melodías mientras volaban en formación perfecta. Sofía sintió como si las aves hablaran directamente con ella a través de sus canciones. ¡Finalmente alguien la entendió! Llena de emoción, comenzó a tararear junto con ellas.

Lucas sonrió y le dijo: "Sofía, las aves son como tú. Pueden comunicarse a través de la música y encontrar un lenguaje común". Sofía asintió emocionada.

Decidieron seguir a las aves hasta que finalmente llegaron a un hermoso bosque lleno de colores y sonidos mágicos. Allí, Sofía encontró a una anciana sabia llamada Clara, quien también podía entender el lenguaje musical de las aves.

Clara le explicó que todos somos únicos y diferentes, pero eso no significa que nadie nos entienda. Solo necesitamos encontrar nuestro propio lenguaje especial para comunicarnos con los demás. Sofía aprendió mucho durante su tiempo en el bosque.

Aprendió a escuchar atentamente y expresar sus sentimientos de diferentes maneras: dibujando, bailando o simplemente hablando con claridad. Cuando llegó el momento de regresar al pueblo, Sofía se dio cuenta de lo mucho que había crecido durante su aventura.

Ahora entendía que la comunicación es un viaje constante en el que siempre hay algo nuevo por descubrir. Desde ese día, Sofía siguió siendo una niña muy expresiva, pero ahora sabía cómo hacerse entender mejor. Comenzó a enseñarles a sus amigos sobre la importancia de escuchar y expresarse claramente.

Y así fue como una niña enfadada porque no la entendían encontró su voz y ayudó a otros niños a encontrar la suya también.

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