El globo de Mateo


Había una vez un chico llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo. Mateo era un chico muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, encontró un plátano extraño en uno de los puestos de frutas. Intrigado, Mateo decidió probarlo. Sin embargo, tan pronto como dio el primer mordisco al plátano, algo extraño comenzó a suceder.

Su panza empezó a hincharse como si fuera un globo y sus mejillas se inflaron tanto que parecían dos pelotas de playa. Asustado y sin poder pedir ayuda porque solo podía decir —"MMMPHH" , Mateo corrió hacia su casa tratando de encontrar una solución para su extraña situación.

Pero cuanto más corría, más apretada se volvía su ropa debido a la hinchazón. Cuando llegó a su casa, se miró en el espejo y vio cómo sus pantalones de chándal grises estaban completamente ajustados alrededor de su cuerpo inflado.

Sabía que tenía que hacer algo rápido antes de que fuera demasiado tarde. Fue entonces cuando recordó las historias sobre el sabio anciano del pueblo que vivía en una cabaña en lo profundo del bosque.

Se rumoreaba que este anciano tenía poderes especiales para ayudar a las personas con problemas inusuales. Decidido a buscar ayuda, Mateo emprendió el viaje hacia la cabaña del anciano lo más rápido posible.

A medida que caminaba por el bosque, notó cómo cada paso era más difícil debido al tamaño descomunal de su barriga inflada. Finalmente, llegó a la cabaña del anciano y golpeó suavemente la puerta. El sabio anciano lo recibió con una sonrisa amable y le preguntó qué le había sucedido.

Mateo hizo todo lo posible para explicarle su situación, pero solo podía emitir sonidos de —"MMMPHH" . El anciano parecía entenderlo y señaló hacia un libro en una estantería cercana.

Mateo se acercó y vio que el libro estaba lleno de recetas mágicas. Rápidamente buscó una solución que pudiera ayudarlo a desinflarse. Encontró una receta para hacer un té especial utilizando hierbas secretas del bosque que podrían reducir la hinchazón.

Siguiendo las instrucciones al pie de la letra, Mateo preparó el té y lo bebió rápidamente. Casi instantáneamente, empezó a sentir cómo la hinchazón disminuía lentamente. Sus mejillas volvieron a su tamaño normal y su panza dejó de parecer un globo gigante.

Lleno de alegría, Mateo corrió hacia el espejo nuevamente y se dio cuenta de que finalmente estaba recuperando su forma original. Estaba tan emocionado que casi saltaba de felicidad.

Agradecido por la ayuda del sabio anciano, Mateo regresó al pueblo para contarles a todos sobre su increíble aventura y cómo encontró una solución para volver a ser él mismo después de inflarse como un arándano.

A partir de ese día, Mateo aprendió dos cosas importantes: primero, nunca debes comer frutas extrañas sin saber lo que pueden hacer, y segundo, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte en los momentos más difíciles. Desde entonces, Mateo se convirtió en un chico más cauteloso pero aún aventurero.

Siempre recordaba la importancia de pedir ayuda cuando lo necesitaba y de ser agradecido con aquellos que le brindaban su apoyo.

Y así, Mateo vivió muchas más aventuras emocionantes y siempre tuvo presente la valiosa lección aprendida: nunca subestimes el poder de una buena taza de té mágico y la amabilidad de los demás.

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