El gol de la abuela
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un niño llamado Andrés que vivía apasionado por el fútbol.
Todos los días, al terminar la escuela, se reunía con sus amigos en la plaza principal para jugar partidos emocionantes. Un día soleado, Andrés y sus amigos estaban disputando un partido muy reñido. El marcador estaba empatado a dos goles y solo quedaba un minuto para que terminara el encuentro.
Andrés tenía la oportunidad de marcar el gol ganador, pero cuando recibió el balón en los pies, tropezó con una piedra y cayó al suelo torciéndose el tobillo. -¡Ay! ¡Me duele mucho! -exclamó Andrés mientras se sujetaba el tobillo con dolor.
Sus amigos corrieron hacia él preocupados y lo ayudaron a levantarse. Uno de ellos sugirió llevarlo a la casa de su abuela, Doña Rosa, quien era conocida en el pueblo por sus remedios caseros.
Doña Rosa examinó el tobillo hinchado de Andrés y preparó una compresa de hierbas medicinales para aliviar el dolor. Mientras tanto, les contó a los niños una historia sobre la importancia de no rendirse ante las dificultades.
"En la vida siempre enfrentaremos obstáculos que nos harán tropezar, pero lo importante es levantarnos y seguir adelante con valentía", les dijo Doña Rosa con sabiduría. Andrés escuchaba atentamente las palabras de su abuela y sentía cómo el dolor en su tobillo disminuía poco a poco gracias al remedio casero. -Gracias, abuela.
Prometo seguir adelante sin rendirme nunca -dijo Andrés con determinación en sus ojos. Finalmente, tras descansar un rato en casa de Doña Rosa, Andrés se puso de pie sintiéndose mucho mejor.
Sus amigos lo animaron a volver al partido y él aceptó decidido a dar lo mejor de sí mismo. Con renovadas fuerzas, Andrés regresó a la plaza justo a tiempo para reanudar el juego.
Con tan solo unos segundos restantes en el reloj, logró desmarcarse hábilmente y anotar un espectacular gol que le dio la victoria a su equipo. Los aplausos y vítores resonaron en toda la plaza mientras los amigos de Andrés lo rodeaban celebrando.
Él sonreía feliz sabiendo que había superado un obstáculo gracias al apoyo de sus seres queridos y a su propia determinación.
Desde ese día, Andrés recordaría siempre las palabras sabias de su abuela: nunca rendirse ante las adversidades y seguir adelante con valentía eran clave para alcanzar cualquier meta en la vida. Y así fue como aquel niño amante del fútbol aprendió una importante lección que lo acompañaría para siempre.
FIN.