El gol de la amistad



Había una vez en el barrio de San Martín dos primos muy unidos, Francisco y Emiliano. Les encantaba pasar las tardes jugando a la pelota en la plaza con sus amigos. Eran inseparables y formaban un gran equipo.

Un día soleado, los chicos se reunieron en la plaza para jugar su partido semanal. La emoción estaba en el aire mientras calentaban y se preparaban para el juego.

Francisco era habilidoso con la pelota, mientras que Emiliano destacaba por su velocidad y agilidad. El partido comenzó y los equipos estaban parejos. Los primos se pasaban la pelota con precisión, demostrando una gran coordinación entre ellos.

De repente, uno de los amigos rivales logró robarles la pelota y se lanzó hacia el arco contrario. - ¡Vamos, Emiliano! ¡Recupera la pelota! -gritó Francisco mientras corría detrás del rival. Emiliano puso toda su energía en perseguir al jugador rival.

Con un sprint increíble, logró quitarle la pelota justo antes de que llegara al arco. Los amigos de los primos estallaron en aplausos ante semejante hazaña. El partido continuó y cada minuto era más emocionante que el anterior.

Los primos demostraban una vez más que juntos eran imparables. Anotaron varios goles espectaculares que dejaron a todos boquiabiertos. Al final del partido, el equipo de Francisco y Emiliano salió victorioso. Todos estaban felices celebrando su triunfo en la plaza.

Sin embargo, algo inesperado iba a ocurrir ese día. De repente, vieron a un niño triste mirándolos desde lejos. Se acercaron a él para preguntarle qué le sucedía. - ¿Por qué estás tan triste? -preguntó Emiliano con preocupación.

El niño les explicó que siempre había querido unirse a ellos para jugar al fútbol, pero no tenía amigos con quienes hacerlo. Los primos intercambiaron miradas comprensivas y sin dudarlo invitaron al niño a unirse a su equipo.

Desde ese día, el grupo de amigos creció aún más grande e inclusivo. Jugar juntos les enseñó sobre amistad, trabajo en equipo y solidaridad. Descubrieron que lo importante no era solo ganar partidos, sino compartir momentos especiales con quienes te rodean.

Y así, entre risas y goles compartidos, los primos Francisco y Emiliano aprendieron una valiosa lección: la verdadera felicidad está en disfrutar cada momento junto a las personas que te importan.

FIN.

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