El Gol de la Felicidad



Había una vez un niño llamado Martín, que cada mañana se levantaba con una gran tristeza en su corazón. No le gustaba ir al colegio y se sentía muy desanimado.

"¡Mamá, no quiero ir al cole! Me aburro mucho y los niños me molestan", decía Martín con voz apagada. Su mamá, preocupada por la tristeza de su hijo, decidió hacer algo para ayudarlo.

Un día, mientras preparaban el desayuno, ella le dijo:"Martín, entiendo que no te sientas feliz yendo al colegio, pero ¿sabes qué? Puede ser una experiencia maravillosa si lo ves desde otro punto de vista". Martín frunció el ceño sin entender bien lo que su mamá quería decirle.

"¿A qué te refieres?", preguntó él curioso. Su mamá sonrió y le contó una historia sobre un niño llamado Lucas que también odiaba ir al colegio al principio.

Pero un día descubrió algo especial: ¡le encantaba dibujar! Lucas encontró en las clases de arte del colegio un lugar donde podía expresarse libremente y mostrar su talento. A partir de ese momento, comenzó a disfrutar mucho más de ir a la escuela. Martín quedó pensativo mientras saboreaba su tostada con mermelada.

"¿Y si yo también encuentro algo en el colegio que me haga feliz?", se preguntó Martín en voz baja. Esa misma mañana, cuando llegaron al colegio, Martín miró a su alrededor buscando algo interesante.

Fue entonces cuando vio a un grupo de niños jugando al fútbol en el patio. "¡Eso es! ¡Me encanta el fútbol!", exclamó Martín emocionado. Martín se acercó al grupo de niños y les preguntó si podía unirse a ellos.

Al principio, los niños lo miraron con desconfianza, pero cuando vieron que Martín sabía jugar muy bien, le dieron la bienvenida. Desde ese día, Martín no solo disfrutaba del recreo jugando al fútbol, sino que también comenzó a hacer nuevos amigos.

Descubrió que ir al colegio no era tan malo como pensaba y que había muchas cosas divertidas por descubrir.

Un día, mientras compartía su merienda con sus nuevos amigos en el patio del colegio, Martín le dijo a su mamá:"Mamá, gracias por ayudarme a encontrar algo que me gusta en el colegio. Ahora estoy feliz de ir todos los días". La mamá de Martín sonrió orgullosa y le dio un abrazo cariñoso. "Estoy feliz de verte así, querido.

Recuerda siempre buscar algo especial en cada experiencia nueva", le dijo ella con ternura. A partir de ese momento, Martín entendió la importancia de mantener una mente abierta y encontrar algo positivo incluso en las situaciones más difíciles.

Aprendió que el colegio no solo era un lugar para aprender matemáticas y lengua, sino también para descubrir nuevas pasiones y hacer amigos verdaderos. Y así fue como Martín dejó atrás su tristeza inicial y se convirtió en un niño entusiasmado por aprender cada día más.

FIN.

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