El Gol de la Perseverancia



Una tarde de verano, en el club San Martín, se jugaba la final del torneo de fútbol infantil. Yo era parte del equipo y estaba muy emocionado por jugar en ese partido tan importante.

El estadio estaba lleno de gente que nos alentaba con gritos y aplausos. Los nervios me invadían mientras esperábamos el pitido inicial del árbitro. El partido comenzó y ambos equipos luchaban por conseguir la victoria.

El tiempo pasaba y yo seguía sin poder hacer nada importante en el campo. Mi entrenador me animaba desde la banda, pero yo no encontraba mi lugar en el juego.

Faltando pocos minutos para que termine el partido, nuestro equipo tuvo un tiro libre cerca del área rival. Todos los ojos estaban sobre mí, ya que iba a ser el encargado de ejecutarlo. Respiré hondo y corrí hacia la pelota.

Pegué un fuerte disparo que superó a todos los defensores y al arquero rival: ¡había hecho un gol! La multitud explotó en júbilo mientras mis compañeros venían corriendo a abrazarme. El árbitro pitó el final del partido poco después, confirmando nuestra victoria por 1-0.

Recibimos nuestros trofeos y medallas con gran alegría mientras cantábamos canciones para celebrar nuestra victoria. Desde ese día supe que no importa cuán difícil sea la situación o cuántas veces hayas fallado antes: lo importante es mantenerse enfocado en tus objetivos y seguir intentándolo una y otra vez hasta lograrlo.

"¡Eso fue increíble!", dijo mi entrenador sonriente. "¡Gracias, profe! No lo hubiera logrado sin el apoyo de todo el equipo", respondí emocionado.

Y así, con una sonrisa en mi rostro y la medalla alrededor de mi cuello, me fui a casa sabiendo que había hecho algo importante para mí y para mi equipo.

FIN.

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