El gol de los sueños


Valentino era un niño muy activo y siempre estaba en movimiento. Le encantaba jugar al fútbol con sus amigos del barrio y pasar horas jugando a la play con su hermano mayor, Tomás.

Pero a pesar de ser tan divertido, Valentino tenía un problema: no le gustaba estudiar. Un día, mientras jugaba al fútbol en la plaza del barrio, se acercó a él un hombre mayor que lo observó jugar durante unos minutos.

Luego se acercó y le dijo:- Hola Valentino, ¿cómo estás? - Bien -respondió el niño algo sorprendido. - He visto que eres muy bueno jugando al fútbol -dijo el hombre-. ¿Te gusta mucho este deporte? - Sí, es mi favorito -respondió Valentino emocionado.

- Entonces te tengo una noticia buena y otra mala -dijo el hombre-. La buena es que si sigues practicando podrías llegar a ser un gran jugador profesional algún día.

La mala es que para eso necesitas también tener buenos resultados en la escuela. Valentino se quedó pensando en lo que acababa de decirle aquel desconocido.

Él sabía que no era muy bueno en los estudios pero nunca había pensado en cómo eso podría afectar su sueño de convertirse en futbolista profesional. Esa noche antes de dormir, Valentino habló con Tomás sobre lo ocurrido ese día y juntos decidieron hacer algo al respecto.

A partir de ese momento comenzaron a estudiar juntos todas las tardes después del colegio y dedicaban algunas horas más los fines de semana para repasar todo lo aprendido durante la semana. Pero no fue fácil, Valentino se distraía fácilmente y le costaba concentrarse.

A veces sentía que estudiar era aburrido y prefería jugar a la play o salir a jugar al fútbol con sus amigos. Un día, mientras estudiaban juntos, Tomás le propuso un juego para hacer más amena la tarea:- ¿Qué te parece si hacemos una competencia? -dijo Tomás-.

Yo te pregunto algo de matemáticas y tú me preguntas algo sobre geografía. Valentino aceptó el desafío y ambos comenzaron a hacer preguntas uno al otro.

Con el tiempo, los juegos se volvieron cada vez más complejos pero también más divertidos. Pronto Valentino comenzó a disfrutar del estudio tanto como disfrutaba del fútbol. Y así fue cómo Valentino aprendió que no tenía que elegir entre su pasión por el fútbol y sus responsabilidades escolares.

Descubrió que ambas cosas podían coexistir en armonía y que trabajar duro en ambas áreas lo llevarían hacia su sueño de convertirse en un gran jugador profesional.

Con el tiempo, Valentino logró mejorar sus calificaciones en la escuela mientras seguía jugando al fútbol con sus amigos todos los días. Y cuando llegó el momento de elegir qué quería estudiar después de terminar la escuela secundaria, decidió enfocarse en una carrera relacionada con el deporte para seguir cumpliendo su sueño.

Valentino aprendió una valiosa lección: nunca es tarde para empezar a valorar las cosas importantes de la vida y trabajar duro para alcanzar nuestros objetivos.

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