El Gol del Sueño



Había una vez un niño llamado Martín que era un gran fanático del fútbol. Su ídolo era Roberto Baggio, el famoso jugador italiano conocido por su habilidad para patear tiros libres y penales.

Martín soñaba con ser como él algún día. Un día, mientras Martín jugaba al fútbol en el parque con sus amigos, se enteró de que Roberto Baggio estaba participando en un importante torneo mundial.

Estaba emocionado y decidió seguir todos los partidos de su ídolo. Llegó la final del torneo y el equipo de Roberto Baggio llegó hasta esa instancia. El partido estaba muy reñido y ninguno de los equipos anotaba goles.

Finalmente, llegaron a la tanda de penales, donde todo podía cambiar en un instante. Roberto Baggio fue el último en patear el penal decisivo. Si lo metía, su equipo ganaría; pero si lo fallaba, perderían todo. Todos estaban ansiosos por ver qué pasaría.

-¡Vamos Roberto! ¡Tú puedes hacerlo! -gritaba Martín desde su casa mientras veía el partido por televisión. Roberto tomó distancia y se preparó para patear.

Sin embargo, cuando levantó la cabeza para mirar hacia dónde iba a patear, algo extraño ocurrió: vio cómo sus pies se hundían lentamente en el suelo. -¿Qué está pasando? -se preguntó confundido-. ¡No puedo moverme! Todos observaban atónitos cómo Roberto parecía estar pegado al césped sin poder dar ni un solo paso hacia adelante para patear la pelota.

La tensión en el estadio era palpable. Martín, desde su casa, no podía creer lo que estaba viendo. Le dolía en el corazón ver a su ídolo en esa situación tan difícil.

-¡Vamos Roberto! ¡No te rindas! -gritó Martín con todas sus fuerzas mientras apretaba sus puños-. Tú eres un campeón, sé que puedes hacerlo. De repente, algo increíble ocurrió: Roberto Baggio levantó la mirada y vio a Martín a través de la pantalla de televisión.

Sus ojos se encontraron y una chispa de esperanza volvió a encenderse en el corazón del jugador. Roberto tomó aire profundamente y comenzó a empujar con todas sus fuerzas para liberarse del suelo.

Poco a poco, logró despegar los pies del césped y se preparó para patear el penal. -¡Lo puedo hacer! -exclamó Roberto con determinación mientras corría hacia la pelota. Con un golpe certero, pateó la pelota directo al arco rival.

El portero saltó pero no pudo alcanzarla: ¡era gol! El estadio estalló en aplausos y gritos de alegría. El equipo de Roberto Baggio había ganado el torneo gracias al último penal convertido por él.

Martín saltaba de felicidad en su casa mientras veía cómo su ídolo celebraba junto a todo su equipo. Aprendió una valiosa lección ese día: nunca rendirse ante las adversidades y confiar siempre en uno mismo.

Desde ese momento, Martín supo que si seguía practicando duro y luchando por sus sueños, algún día podría convertirse en un gran jugador de fútbol, al igual que su ídolo Roberto Baggio. Y así, Martín siguió entrenando y practicando cada día con más entusiasmo.

Siempre recordaba la imagen de Roberto Baggio luchando contra el suelo y encontrando la fuerza para seguir adelante. Esa imagen se convirtió en su inspiración y le recordaba que nunca debía darse por vencido.

Martín logró cumplir su sueño de ser un gran jugador de fútbol y siempre agradeció a Roberto Baggio por enseñarle que el verdadero campeón no es aquel que nunca falla, sino aquel que se levanta después de haber caído.

FIN.

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