El gorila bailarín


Había una vez, en la selva de Argentina, un gorila llamado Bruno. Bruno era diferente a los demás gorilas porque tenía un sueño muy especial: quería ser el gorila más fuerte de todos.

Desde que era pequeño, Bruno pasaba horas y horas entrenando para fortalecer sus músculos. Levantaba troncos, se balanceaba en las ramas de los árboles y hacía flexiones hasta quedarse sin fuerzas.

Pero por más que se esforzara, siempre había otro gorila más fuerte que él. Un día, mientras observaba a los demás gorilas jugando en la selva, Bruno notó algo curioso. Había un grupo de monos saltando de rama en rama y riendo a carcajadas.

Se acercó sigilosamente para ver qué estaban haciendo. - ¡Hola! ¿Qué están haciendo? - preguntó Bruno con curiosidad. - ¡Estamos teniendo una competencia para ver quién salta más alto! - respondió uno de los monos. Bruno se emocionó al escuchar eso y decidió participar en la competencia.

Saltó con todas sus fuerzas y logró superar a todos los monos. ¡Por fin había ganado algo! A partir de ese momento, Bruno comprendió que no solo ser el más fuerte físicamente lo haría feliz.

Decidió explorar otras habilidades que pudiera tener para destacarse entre los demás animales de la selva. Una tarde calurosa, mientras caminaba cerca del río, vio a un grupo de flamencos realizando movimientos elegantes con sus largas patas rosadas.

- ¡Guau! Me encantaría aprender a bailar como ellos - exclamó Bruno emocionado. Sin perder tiempo, se acercó a los flamencos y les pidió que le enseñaran algunos pasos. Con paciencia y dedicación, Bruno comenzó a practicar el baile.

Al principio tropezaba y se caía, pero poco a poco fue mejorando hasta convertirse en un gorila bailarín excepcional. Con su nueva habilidad, Bruno empezó a alegrar las tardes de la selva con sus movimientos graciosos.

Todos los animales lo admiraban y aplaudían cada vez que danzaba al ritmo de la música del bosque. Un día, mientras recibía aplausos por su última presentación, Bruno escuchó un llanto proveniente del otro lado del río.

Se acercó sigilosamente para ver qué estaba pasando y descubrió que era un cachorro de lobo extraviado. El pequeño lobo estaba asustado y no sabía cómo regresar con su manada. Bruno se acercó amablemente y le dijo:- No te preocupes, pequeño lobo.

Yo te ayudaré a encontrar el camino de vuelta a casa. Bruno utilizó su fuerza para cargar al cachorro sobre sus hombros y juntos emprendieron el largo viaje hacia la guarida de los lobos.

Durante el camino, Bruno contaba chistes y hacía reír al pequeño lobo para que olvidara su miedo. Finalmente, llegaron a la guarida de los lobos donde una mamá loba esperaba ansiosa por su cachorro perdido.

La mamá loba abrazó emocionada tanto al cachorro como a Bruno por haberlo protegido. Desde ese día, Bruno se dio cuenta de que ser fuerte no solo significaba tener músculos grandes, sino también usar su fuerza para ayudar a los demás y hacerlos felices.

Bruno continuó siendo el gorila más fuerte físicamente, pero también se convirtió en el gorila más amable y generoso de toda la selva.

Y aunque ya no era el único en destacarse por su fuerza, siempre será recordado como aquel gorila que enseñó al mundo que la verdadera fortaleza está en el corazón.

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