El Gorrion que Aprendió a Volar



En un hermoso día de primavera, en un frondoso bosque, vivía un gorrion llamado Gorriónito. A pesar de que todos sus amigos, como las palomas y los gorriones grandes, volaban alegres por el cielo, Gorriónito no sabía volar. Cada vez que intentaba, sus alas no parecían ayudarlo y caía de nuevo al suelo. Esto lo hacía sentir triste y solo.

Un día, mientras Gorriónito observaba desde una rama cómo sus amigos jugaban entre las nubes, se encontró con su amigo Conejito, que pasaba por allí.

"¿Qué te pasa, Gorriónito? Pareces muy triste."

"¡Hola, Conejito! Me gustaría volar como mis amigos, pero no sé cómo hacerlo."

"No te preocupes, yo te puedo ayudar a aprender."

Gorriónito miró a Conejito con sorpresa. "¿Tú me vas a enseñar a volar? Pero, ¿tú no eres un conejo?"

"Sí, pero puedo mostrarte cómo mover tus alas y confiar en ti mismo. ¡Vamos a intentarlo!"

Esa tarde, se hicieron un plan. Conejito encontró un pequeño montículo en el bosque donde Gorriónito podía trepar. "Solo tienes que lanzarte hacia el aire y dejar que tus alas te lleven. Confía en ti mismo, podrás hacerlo."

Gorriónito, un poco asustado, subió al montículo. "¿Estás seguro de que esto funcionará?"

"¡Claro! Solo piensa en el viento acariciando tus plumas. ¡Y no te olvides de dar un buen batido de alas!"

Gorriónito respiró profundo y, con todo el valor que pudo reunir, se lanzó al aire. En un primer momento, sintió que caía. Pero Conejito gritó desde abajo. "¡Bate las alas, Gorriónito, ¡bate las alas!"

Justo cuando estaba a punto de tocar el suelo, Gorriónito recordó los consejos de Conejito. Comenzó a batir sus alas con todas sus fuerzas. Para su asombro, comenzó a elevarse. Las hojas del suelo se hicieron pequeñas, sus amigos gorriones lo miraban con asombro, y él se dio cuenta de que estaba volando.

"¡Lo hice, lo hice! ¡Estoy volando!"

Pero, en su emoción, no se dio cuenta de que había volado demasiado alto. Miró alrededor y comenzó a marearse al ver el bosque tan pequeño desde arriba. "¡Conejito, ayúdame! ¡Estoy muy alto!"

Conejito, que estaba mirando hacia arriba, le gritó: "Tranquilo, Gorriónito. Recuerda, respira hondo y busca una rama para aterrizar."

Gorriónito, siguiendo el consejo de su amigo, se centró en controlar su vuelo. Buscó una rama cercana y poco a poco comenzó a descender. El corazón le latía rápido, pero llegó a la rama y se posó. "¡Lo logré!"

Conejito saltó de alegría. "Sabía que podrías hacerlo. ¡Eres un gran volador!"

Con el tiempo, Gorriónito se convirtió en un experto volador. Sin embargo, nunca olvidó el día en que su amigo Conejito lo ayudó a superar su miedo. Siguieron siendo amigos inseparables, y juntos exploraron el bosque desde lo alto.

Un día, Gorriónito le dio las gracias a Conejito. "Gracias por enseñarme a volar. No solo aprendí a mover mis alas, sino también a confiar en mí mismo y enfrentar mis miedos."

"Siempre estaré aquí para ayudarte, Gorriónito. Y recuerda: no importa cuántas veces caigas, lo importante es levantarte y seguir intentándolo."

Así, Gorriónito y Conejito compartieron sus aventuras, demostrando que la amistad y la confianza pueden ayudarnos a superar cualquier desafío, y que no importa si eres un gorrioncito o un conejo, siempre hay algo nuevo por aprender.

Y así, Gorriónito voló feliz, sabiendo que era capaz de todo, gracias a su fiel amigo Conejito.

FIN.

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