El Gorrion que Soñaba con Volar



Había una vez en un bosque encantado, un gorrion llamado Lolo que, a diferencia de sus amigos, no podía volar. Sus alas eran pequeñas y débiles, y aunque hacía grandes esfuerzos, siempre terminaba cayendo al suelo. A Lolo le encantaba observar a sus amigos sobrevolar las copas de los árboles, y soñaba con seguir sus pasos.

Un día, mientras Lolo intentaba volar, se encontró con su amigo Conejo, que estaba jugando cerca de un arbusto.

"Hola, Lolo. ¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó Conejo, notando su desánimo.

"Hola, Conejo. Estoy triste porque no puedo volar como ustedes. Todos mis amigos se divierten en las alturas y yo solo puedo mirar desde abajo" - respondió Lolo con un suspiro.

"No te preocupes, amigo. Si te lo propones, podemos encontrar la manera de que aprendas a volar" - dijo Conejo, lleno de entusiasmo.

Lolo, sorprendido, no podía creer lo que escuchaba. ¿Era posible aprender a volar?"¿De verdad crees que puedo?" - preguntó con un brillo en sus ojos.

"Claro, solo necesitas un poco de ayuda y mucha práctica. ¡Empecemos!" - exclamó Conejo y, juntos, comenzaron una emocionante aventura.

Los dos amigos se dirigieron al claro del bosque, donde había una pequeña colina. Conejo le dijo a Lolo que subiera y que se dejara llevar por el viento.

"Pero, ¿si me caigo?" - preguntó Lolo, un poco nervioso.

"Si te caes, simplemente te levantas. Aprender a volar no es fácil, pero tú puedes hacerlo. ¡Confía en ti!" - le animó Conejo.

Lolo subió esa colina con mucho esfuerzo. Cuando llegó a la cima, miró hacia abajo y sintió miedo. Pero, al ver a Conejo sonriendo y a todos sus amigos animándolo a seguir, reunió valentía y se lanzó hacia adelante.

Al principio, fue un gran desastre. Lolo cayó un par de veces, pero se levantó cada vez con más determinación. Después de varias intentos, logró deslizarse algunos metros, aunque no era volar como los demás.

"¡Lo lograste! ¡Eso fue increíble!" - gritó Conejo entusiasmado.

Con el tiempo, Lolo se dio cuenta de que también necesitaba fortalecer sus alas. Conejo propuso que hicieran ejercicios juntos: correr por el bosque, saltar sobre troncos, y, lo más importante, volar cortas distancias desde el suelo. Así, Lolo entrenó día a día, siempre motivado por su amigo Conejo.

Sin embargo, en uno de esos días soleados, Conejo tuvo una idea aún más ambiciosa.

"Vamos a la montaña más alta. Desde allí, ¡podrás volar como los demás!"

"¿La montaña? Pero... ¡es tan alta y yo soy tan pequeño!" - respondió Lolo, asustado.

"Es la única forma de intentar volar de verdad. Estaré contigo. ¡Confía en mí!" - dijo Conejo, decidido.

Así que partieron hacia la montaña. A medida que subían, la ansiedad de Lolo crecía.

"Si no puedo volar, caeré de muy alto" - decía, tembloroso.

"No te preocupes, si caes, estaré ahí para ayudarte. ¡Tú lo puedes lograr!" - lo alentó Conejo.

Finalmente, tras una larga jornada de subida, llegaron a la cima de la montaña. Lolo miró hacia abajo y vio cómo el bosque se extendía como un tapiz de colores.

"Esto es hermoso, pero... no sé si puedo hacerlo." - dijo Lolo, sintiendo que el miedo lo invadía.

"Recuerda, amigo, todo gran vuelo comienza con un pequeño salto. Solo sigue tu instinto. ¡Hazlo por ti y por todos los que te apoyan!" - dijo Conejo con una sonrisa.

Con el corazón latiendo fuertemente, Lolo se preparó. Miró a su amigo y le dio una sonrisa. Se concentró en todo lo que había aprendido. Se impulsó hacia adelante, dejando que el viento lo abrazara.

¡Y voló! Lolo sintió el aire bajo sus alas. Era como un sueño hecho realidad. Aunque al principio solo logró unos segundos en el aire, esa sensación lo llenó de alegría. Sus amigos desde abajo vitoreaban y animaban su pequeño gran vuelo.

"¡Lo lograste, Lolo! ¡Volaste!" - gritó Conejo a los demás, que ya estaban saltando de alegría.

"¡Gracias, Conejo! Gracias por creer en mí" - dijo Lolo, emocionado mientras empezaba a descender lentamente.

Poco a poco, Lolo fue mejorando y aprendiendo a volar cada vez más alto. No solo disfrutó de nuevos panoramas, sino que también se dio cuenta de lo importante que es tener amigos que te apoyan en tus sueños.

Desde ese día, Lolo y Conejo se convirtieron en los mejores amigos, aventureros del bosque. Juntos, mostraron que no importa cuán difíciles sean los sueños, con determincación y apoyo, se pueden alcanzar nuevos cielos.

Y así, Lolo el gorrion y Conejo vivieron felices en su bosque, volando y corriendo, enseñando a otros que cualquier obstáculo puede superarse con amistad y esfuerzo.

FIN.

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