El Gran Accidente de la Cocina



Había una vez en una pequeña casa de un vecindario tranquilo, un ratoncito travieso llamado Rati. Rati era curioso y adoraba explorar todos los rincones de la casa, especialmente la cocina, donde los aromas deliciosos siempre hacían salivar su pequeña pancita. En la misma casa vivía un gatito llamado Tigris, que tenía un carácter muy enérgico y odiaba los desastres, principalmente si eran causados por Rati.

Una tarde soleada, mientras Rati corría de un lado a otro, decidió que era el momento perfecto para hacerle una visita a Tigris.

"¡Hola Tigris! ¡Vení a jugar conmigo!" - gritó Rati, saltando de alegría.

Tigris por un momento se mostró renuente, pero la idea de una nueva aventura lo intrigó.

"No sé, Rati. Siempre terminamos en problemas." - respondió Tigris, con su mirada de gato enojón.

"Pero esta vez será diferente, ¡te lo prometo!" - insistió Rati, moviendo su cola con emoción.

Poco convencido, pero incapaz de resistir el entusiasmo de su amigo, Tigris finalmente aceptó. Ambos comenzaron a jugar al escondite entre los muebles de la cocina y a hacer travesuras con los utensilios de la casa.

Mientras corrían y se reían, una bola de hilo que había quedado tirada, se convirtió en el centro de su juego. Sin darse cuenta, empezaron a empujar la olla del fuego, que tenía un delicioso guiso de cocina, y cuando Tigris saltó para atrapar a Rati, ¡SPLASH! La olla volcó todo el contenido.

"¿¡Qué hiciste! ?" - gritó Tigris, horrorizado.

Rati, que había estado riéndose, se quedó petrificado al ver el desastre que habían causado. El guiso se desparramó por toda la cocina: el olor aún delicioso, pero la escena un verdadero desastre.

"Oh no, Tigris. ¡Esto es un gran problema!" - exclamó Rati, con miedo en sus ojos.

"¡Sí, un problema enorme! ¿Qué vamos a hacer?" - respondió Tigris, comenzando a entrar en pánico.

Ambos amigos miraron a su alrededor y rápidamente comenzaron a pensar en soluciones. Rati, con su pequeña cabecita llena de ideas, tuvo un instante de inspiración.

"¡Ya sé! Podemos limpiar juntos antes de que la señora Josefina vuelva a casa. ¡Así no se dará cuenta!" - sugirió el ratoncito.

"¿Y cómo lo haremos?" - preguntó Tigris, dubitativo.

"Usaremos estos trapos y los embadurnaremos con el guiso, ¡así parecerá que todo está en orden!" - dijo Rati, con una gran sonrisa. Tigris, aunque asustado, se dejó guiar por su amigo.

Así, comenzaron a recoger lo que podían. Se reían y organizaban mientras trataban de hacer que el desastre pareciera menos desastroso. Entre juegos y risas, lograron limpiar la mayoría del guiso derramado.

Cuando finalmente terminaron, ambos se sentaron, cansados pero orgullosos.

"¡Lo logramos!" - gritó Rati, golpeando sus patitas.

"No puedo creer que hayamos limpiado tanto... Pero no sé si será suficiente..." - dijo Tigris, mirando la olla aún volcada.

Justo en ese momento, la señora Josefina entró a la cocina, sorprendida al ver a Rati y Tigris en acción, limpiando a toda velocidad.

"¿Qué hacen ustedes dos?" - preguntó la señora Josefina, con una ceja levantada.

Calculando la situación, Rati miró a Tigris y dijo:

"Estamos preparándonos para hacer una gran cena sorpresa para usted, señora Josefina!" - sonrió Rati, esforzándose por sonar entusiasta.

"¡Vaya, qué lindo!" - dijo la señora Josefina, sin sospechar nada. "No sabía que ustedes eran tan buenos ayudantes."

Tigris y Rati se miraron con alivio. La señora Josefina no parecía enojada. Después de un rato de platicar, ambos amigos aprendieron una lección valiosa sobre la importancia de la responsabilidad y el trabajo en equipo.

Después de todo, ¡una pequeña travesura podría resultar en grandes aprendizajes! Mientras la señora Josefina se ponía a preparar otra comida, Rati y Tigris, bajo la mesa, comenzaron a tramar su próxima aventura, pero esta vez con un poco más de cuidado.

"¿Te parece si no jugamos más con las ollas?" - sugirió Tigris, con una sonrisa.

"¡Buena idea! Pero no puedo prometer que no sigamos jugando!" - respondió Rati, travieso.

Y así, los dos amigos continuaron haciendo travesuras, pero siempre aprendiendo de sus errores y disfrutando juntos de cada nueva aventura, porque al final, la amistad siempre triunfa sobre los accidentes.

FIN.

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