El gran acto de respeto



Había una vez en una pequeña escuela de un pueblo llamado Villa Esperanza, un grupo de niños traviesos que siempre se metían en problemas por desobedecer a su querida profesora, la señorita Rosa.

Todos los días, la señorita Rosa les pedía que prestaran atención en clase, hicieran sus tareas y respetaran a sus compañeros, pero ellos parecían no escuchar y preferían hacer travesuras en lugar de aprender.

Un día, cansada de la falta de respeto y disciplina de sus alumnos, la señorita Rosa decidió tomar cartas en el asunto. Les dijo a los niños:"¡Estoy harta de que no me obedezcan! Si no cambian su actitud y comienzan a comportarse bien, tendré que hablar con sus padres".

Los niños se miraron entre sí con preocupación. Sabían que si la señorita Rosa hablaba con sus padres, estarían en serios problemas. Así que decidieron idear un plan para demostrarle a su maestra que podían cambiar.

Esa misma tarde, los niños se reunieron en secreto en el parque del pueblo para discutir qué podían hacer para mejorar.

Fue entonces cuando Tomás, el niño más travieso del grupo, tuvo una brillante idea:"¡Ya sé! Podríamos organizar una obra de teatro sorpresa para la señorita Rosa. Será nuestra forma de pedirle perdón por no haberla escuchado antes". Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a trabajar juntos para preparar la obra.

Durante días practicaron sus diálogos, ensayaron movimientos y prepararon decorados improvisados con lo que encontraban en el parque. Finalmente, llegó el día de la presentación sorpresa. La señorita Rosa estaba sentada frente al salón sin saber qué esperar.

Los niños entraron nerviosos al escenario improvisado y comenzaron a representar la obra que habían preparado con tanto esfuerzo.

La historia trataba sobre un grupo de niños traviesos (muy parecidos a ellos) que aprendían la importancia de obedecer las reglas y respetar a los demás gracias a la ayuda de su amable maestra (interpretada por la propia señorita Rosa). Al final de la obra, los niños pidieron perdón sinceramente y prometieron esforzarse por ser mejores estudiantes.

La señorita Rosa no pudo contener las lágrimas ante tan emotiva muestra de arrepentimiento y dedicación por parte de sus alumnos. Se levantó emocionada del asiento y les dijo:"Estoy muy orgullosa de ustedes por haber aprendido esta valiosa lección.

Prometo seguir guiándolos en el camino del aprendizaje si ustedes prometen seguir esforzándose cada día". Desde ese momento, los niños comprendieron que era importante obedecer a su profesora no solo porque era lo correcto, sino también porque ella siempre estaría allí para ayudarlos a crecer y aprender.

Y así, gracias al poder del trabajo en equipo y la voluntad de cambiar para mejor, los niños traviesos se convirtieron en alumnos ejemplares que nunca más volvieron a desobedecer a su querida profesora. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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