El Gran Acuerdo del Bosque
En un frondoso bosque donde los colores del arcoíris se reflejaban en cada hoja, vivían distintos animales que a menudo discutían entre ellos. Cada uno quería que su opinión fuera la más importante, y eso generaba conflictos.
Un día, mientras el sol brillaba intensamente, el sabio búho, Don Búho, decidió que era hora de hacer algo al respecto.
"¡Shhhh! Todos, por favor, escúchenme", dijo Don Búho, que siempre era respetado por su calma y sabiduría.
Los animales se apiñaron alrededor de una gran roca, dispuestos a escuchar lo que el búho tenía que decir.
"He notado que, a pesar de vivir en este hermoso bosque lleno de recursos, estamos siempre en desacuerdo. Necesitamos encontrar una manera de convivir mejor".
Todos murmuraron en aprobación. La liebre Saltarina fue la primera en responder.
"Sí, Don Búho. Pero, ¿cómo podemos hacer eso? A veces nuestros intereses van en direcciones opuestas".
De repente, el zorro astuto se adelantó.
"Podríamos organizarnos. Cada uno podría proponer un acuerdo sobre algo que beneficiaría a todos".
"Esa es una gran idea, Zorro", continuó Don Búho. "Hagamos una reunión y cada uno que presente su propuesta".
¡Y así lo hicieron! Al día siguiente, bajo una gran encina, se llevaron a cabo las presentaciones. La tortuga propuso un pacto sobre el agua y su distribución, el ciervo sugirió rotar los lugares de pastoreo y la ardilla propuso compartir las nueces en invierno.
Pero pronto, el clima cambió.
Un día, mientras los animales debatían, apareció un búho joven, que se llamaba Pío.
"Yo creo que deberíamos ser libres para tomar lo que queramos. ¡No hay necesidad de acuerdos!".
Los animales se miraron confundidos. El joven búho continuó.
"¿Por qué compartir cuando podemos ser egoístas? ¡Hay suficientes recursos para todos!".
Don Búho, que todo lo había escuchado con atención, alzó la voz.
"Pío, puede que haya recursos suficientes, pero si cada uno de nosotros actúa solo, en vez de ayudar, nos podemos perjudicar. Piensa en la tormenta de hace unos días. Sin nuestra unidad, algunos de nosotros no habríamos encontrado refugio".
Pío parpadeó y pareció considerar lo que decía el anciano búho, pero todavía no estaba convencido.
"¿Y qué hay de la diversión? ¡Es aburrido compartir!".
La ardilla, que siempre estaba llena de energía, sonrió y dijo:
"¡Pío! Entre más compartimos, más juegos podemos inventar, más amigos hacemos y más felices somos. ¿No sería genial que todos tuviéramos suficiente comida para jugar y divertirnos juntos en vez de pelear por lo que hay?".
Pío se quedó pensativo, pero parecía que su idea de competencia era muy fuerte.
"¿Y si alguien no cumple su parte del trato? ¡Eso no sería justo!".
Don Búho respondió con firmeza.
"Puede que algunos no cumplan con lo acordado, pero eso nos da la oportunidad de ser justos y entendernos. Al fin y al cabo, estamos todos aquí juntos. Podemos trabajar para asegurarnos de que todos se sientan seguros y felices".
Después de discutirlo y debatirlo, una idea brilló en la cabeza de Pío como el sol al amanecer.
"¿Y si hacemos un juego? ¡Dividimos tareas y al final evaluamos quién cumplió su parte!".
Los animales se emocionaron con la idea de convertir el acuerdo en un juego. Así, establecieron el día de la evaluación, y mientras tanto, todos trabajaron en conjunto durante semanas. El bosque floreció y cada uno se divirtió en el camino.
Cuando llegó el día de la revisión, Don Búho llevó a todos al claro del bosque.
"Ahora veamos cómo nos fue. Recuerden, el verdadero triunfo no está en lo que cada uno ha conseguido por separado, sino en cómo hemos crecido juntos".
A medida que contaban lo que habían logrado, la alegría y la emoción llenaron el aire. ¡El bosque nunca había sido tan vibrante!
Pío miró a su alrededor. Todos se veían felices, y él sintió esa alegría corriendo por su cuerpo.
"Tal vez la unión no sea tan aburrida, después de todo".
Desde ese día, Pío se convirtió en el mayor defensor del acuerdo entre los animales. Y Don Búho, con una sonrisa satisfecha, sabía que en el bosque, habían aprendido que trabajar juntos parece el camino más largo, pero es el único que realmente los lleva a la felicidad.
Y así, los animales del bosque siguieron viviendo en armonía, agradeciendo cada día por la diversidad y la unión que los hacía únicos.
Fin.
FIN.