El Gran Acuerdo del Jardín
En el Jardín del Sol brillante, vivían muchos niños curiosos y traviesos que adoraban jugar juntos.
Un día, la directora del jardín, la Señorita Rosalía, reunió a todos los niños en el patio para hablar sobre la importancia de los acuerdos grupales. -Niños, hoy vamos a hacer un gran acuerdo que nos ayudará a convivir y divertirnos mejor -dijo la Señorita Rosalía con entusiasmo. Los niños escuchaban atentamente, ansiosos por saber de qué se trataba.
Después de una amena charla sobre la importancia de respetar, compartir y escuchar a los demás, la Señorita propuso un acuerdo que todos los niños deberían cumplir.
El Gran Acuerdo del Jardín consistía en ser amables, compartir los juguetes, cuidar el espacio común y escuchar a los demás. Los niños aceptaron emocionados y firmaron el acuerdo con sus manitos. Los días pasaron y, en un principio, los niños disfrutaban recordando el acuerdo y poniéndolo en práctica. Sin embargo, pronto empezaron a surgir problemas.
Un día, Mara no quería compartir su muñeca favorita con Martín, lo que generó una disputa. En otra ocasión, Tomás olvidó recoger los bloques y el área de juegos lucía desordenada.
Ante estas situaciones, la Señorita Rosalía recordaba a los niños el Gran Acuerdo del Jardín y les ayudaba a resolver sus diferencias. Poco a poco, los niños entendieron la importancia de cumplir el acuerdo y cómo les beneficiaba a todos.
Martín aprendió a esperar su turno para jugar con la muñeca de Mara, y Mara descubrió que también era divertido jugar con los juguetes de los demás. Tomás entendió la importancia de mantener ordenado el espacio de juegos para que todos pudieran disfrutarlo.
Al final, los niños se dieron cuenta de que cumplir el acuerdo les permitía vivir en armonía y disfrutar mucho más de su tiempo juntos. Y así, en el Jardín del Sol brillante, todos los niños aprendieron que los acuerdos grupales son fundamentales para convivir felizmente.
¡Y colorín colorado, esta historia de acuerdos ha terminado!
FIN.