El gran amigo imaginario de Sofía



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en una encantadora ciudad llena de colores y risas. Sin embargo, desde hacía un tiempo, Sofía se sentía triste porque sus compañeros de clase la excluían. Siempre la dejaban fuera de sus juegos y nunca la invitaban a sus fiestas de cumpleaños. Sofía, con su corazón herido, decidió que necesitaba un amigo que la entendiera. Así fue como un día, mientras soñaba despierta en su habitación, decidió crear un amigo imaginario al que llamó Bruno.

Bruno era un personaje divertido y lleno de energía, con una gran sonrisa y un corazón enorme. Tenía la habilidad de volar, lo que significaba que podía llevar a Sofía a lugares mágicos.

- ¡Hola, Sofía! - exclamó Bruno al aparecer de repente.

- ¡Hola, Bruno! - respondió Sofía, sorprendida pero emocionada.

- ¿Qué haremos hoy?

- ¡Quiero volar con vos! - gritó Sofía con entusiasmo.

Y así, se aventuraron a través de cielos azules y esponjosas nubes. Rieron, jugaron y compartieron secretos que ninguna otra persona podía conocer. Sofía se sentía feliz por fin. Cada día, después de la escuela, corría a su casa para pasar tiempo con Bruno, olvidando por un rato el dolor que le causaban sus compañeros.

Un día, mientras estaban volando sobre un hermoso lago lleno de patitos, Sofía notó algo. Desde lo alto, vio a sus compañeros de clase jugando al fútbol.

- Bruno, ¿qué pasaría si me invitan a jugar? - preguntó Sofía, un poco insegura.

- No lo sé, Sofía. Pero siempre podrás ser valiente y preguntarles - respondió Bruno con una sonrisa.

Sofía pensó que Bruno tenía razón. Así que decidió que al día siguiente, intentaría hablar con ellos. Pero dentro de ella, todavía había una voz que decía que la rechazarían. Cuando llegó el día, se armó de valor y se acercó a sus compañeros.

- ¡Hola! - dijo Sofía, emocionada. - ¿Puedo jugar con ustedes?

Para su sorpresa, los chicos se miraron unos a otros y luego uno de ellos respondió:

- Claro, Sofía. ¡Vení!

Sofía no podía creerlo. ¡La estaban invitando a jugar!

- Bruno, ¡lo logré! - gritó Sofía, alzando los brazos hacia el cielo.

- Sí, lo hiciste. ¡Eres increíble! - respondió Bruno.

Sofía jugó al fútbol con sus compañeros, riendo y corriendo. Después de un rato, aquellos chicos empezaron a incluirla de verdad en su grupo. La felicidad llenaba el aire. Sin embargo, Sofía notó que Bruno se veía un poco apagado.

- Bruno, ¿estás bien? - le preguntó.

- Estoy feliz por vos, Sofía. Siento que ya no me necesitas tanto.

- ¡No! Siempre te necesitaré. Eres mi mejor amigo.

- Pero a veces, es bueno dejar ir un poco a lo imaginario y abrazar lo real. - dijo Bruno con ternura.

Sofía sintió un nudo en su garganta. Se dio cuenta de que Bruno había sido su apoyo incondicional, pero también entendió que estaba en un nuevo capítulo de su vida, lleno de amigos de verdad.

- Te voy a extrañar, Bruno. - dijo Sofía, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

- No te preocupes, siempre estaré contigo en tu corazón. - contestó Bruno con una sonrisa tranquilizadora.

Y así, mientras el sol se ponía en el horizonte, Sofía abrazó a su amigo imaginario. Bruno desapareció en una brillante nube de colores, pero su espíritu vivirá en el corazón de Sofía por siempre.

A partir de ese día, cada vez que Sofía se encontraba en apuros o necesitaba valor, se acordaba de su gran amigo Bruno y sonreía, sintiéndose más fuerte que nunca. Y lo mejor de todo, había aprendido que no estaba sola, y que la amistad real tenía mucho por ofrecer.

Así que, todos los días, Sofía corría al parque, riendo y jugando con sus nuevos amigos, sabiendo que siempre tendría a Bruno en su corazón.

FIN.

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