El Gran Amor de Nacho y Magela
Érase una vez en un pequeño pueblo lleno de colores y música, donde vivía un joven alto y hermoso llamado Nacho. Tenía un pelo negro con mechitas que brillaban al sol. Todos en el pueblo lo conocían por su amabilidad y su gran corazón, pero había una persona que robaba completamente su atención: su novia Magela, una dulce maestra que enseñaba a los niños del pueblo.
Cada día, Nacho visitaba la escuela para llevarle a Magela una flor, una carta o simplemente para robarle una sonrisa. La gente decía que eran la pareja perfecta. Magela, con sus ojos brillantes y su risa contagiosa, iluminaba la vida de Nacho.
Un día, mientras caminaban por el parque, Magela miró a Nacho con una sonrisa traviesa y le dijo:
"Nacho, ¿querrías casarte conmigo?"
Nacho sintió que su corazón latía rápido. Sin embargo, algo lo detuvo. Quería ser él quien le pidiera matrimonio a Magela. Así que, en un arrebato de valentía, respondió:
"Magela, yo… no puedo aceptar tu propuesta, porque tengo una sorpresa para vos. Quiero ser yo quien te pida casamiento primero."
Magela frunció el ceño, un poco confundida, pero también emocionada.
"Entonces espero tu sorpresa, Nacho. Pero no lo dejes para mucho tiempo!"
Nacho sonrió, pero en el fondo sabía que se le estaba acabando el tiempo. Decidió que tenía que hacer algo inolvidable.
Los días pasaron, y con cada uno sentía más presión. Cierta tarde, mientras todos en el pueblo preparaban la fiesta del Día de la Amistad, Nacho pensó que podría aprovechar la celebración para su propuesta. Esa noche el pueblo estaría decorado con luces brillantes y flores, un escenario perfecto para su momento.
Pero en el camino a preparar su sorpresa, Nacho escuchó un murmullo. Se acercó a un grupo de niños que jugaban cerca del lago. Estaban hablando sobre los amigos y lo que significaban para ellos.
"La amistad es como una flor: hay que cuidarla" decía uno de ellos.
"¡Eso es! Y cuando crece, se vuelve hermosa!" respondió otra niña.
Nacho se dio cuenta de que no solo quería pedirle a Magela que se casara con él, también quería que su amor y su amistad florecieran siempre. Así que me dio una gran idea.
Esa misma noche, hizo una búsqueda por el pueblo, recolectando flores de diferentes colores, cada una simbolizaba algo especial: la amarilla para la felicidad, la roja para el amor, la blanca para la paz y la azul para la confianza. Con todas en un ramo hermoso, Nacho se preparó para dar el gran paso.
Al llegar a la fiesta, buscó a Magela, quien estaba rodeada de sus alumnos, disfrutando de las actividades. Su corazón latía con fuerza al acercarse a ella. Cuando Magela lo vio, su rostro se iluminó. Nacho la tomó de la mano y la llevó al centro del escenario.
"Magela, te amo más de lo que las palabras pueden expresar. He aprendido que el amor verdadero no solo es un compromiso, sino también una profunda amistad. Por eso, te traigo este ramo, que simboliza todo lo que siento por vos. ¿Querrías casarte conmigo?"
Los ojos de Magela brillaron de emoción.
"¡Sí, por supuesto que sí!"
El pueblo entero estalló en aplausos y sonrisas. Esa noche, Nacho y Magela bailaron juntos, rodeados de amigos y niños que celebraban el amor. La propuesta de Nacho se convirtió en la melodía más hermosa del Día de la Amistad.
Meses después, Nacho y Magela se casaron en una ceremonia llena de amor y risas, rodeados de su familia y amigos. Eran el reflejo del verdadero amor, donde la amistad también juega un papel fundamental. Así aprendieron que, a veces, los corazones se entrelazan de maneras inesperadas, y lo más maravilloso es cuidar esos vínculos con atención y amor.
Y así, Nacho y Magela vivieron felices, demostrando que el verdadero amor crece y florece con el tiempo, siempre alimentado por la amistad que los unió desde el principio.
FIN.