El Gran Año de la Rana Puente
Había una vez en un pequeño y colorido pantano, una rana llamada Rina. Rina no era una rana común y corriente, tenía un sueño muy especial: quería construir un gran puente que uniera su lado del pantano con el lado vecino, donde vivían sapos muy simpáticos. Esta idea la desgarraba de emoción, ya que sabía que al unir a los dos lados, podría hacer nuevos amigos y disfrutar de grandes aventuras.
Un día, mientras contemplaba la lejana orilla, decidió que ese sería su gran proyecto para el próximo Año Nuevo, que se celebraría en una semana.
"¡Voy a hacer un puente!" - gritó Rina con entusiasmo, mientras brincaba de un lado a otro.
"¿Un puente?" - respondió su amiga, la tortuga Tula, que pasaba por ahí lentamente. "¿No crees que es demasiada tarea para una sola rana?"
"Claro que sí, pero tengo un plan. Puedo pedir ayuda a todos los que viven en el pantano" - contestó Rina, llena de determinación.
Aquel día, reunió a todos los habitantes del pantano: los pájaros, las ranas, las tortugas, los peces y hasta los insectos. Les explicó su idea:
"¡Vamos a construir un puente para celebrar el Año Nuevo!" - les dijo, con los ojos brillando de ilusión. "Así podremos compartir la fiesta con nuestros amigos los sapos".
Los animales miraban a Rina con incredulidad.
"¿Y cómo lo vamos a hacer?" - preguntó un pez curioso.
"¡Juntos podemos lograrlo!" - exclamó Rina con firmeza. "Cada uno de nosotros puede aportar algo, cada esfuerzo cuenta".
Al principio, muchos estaban escépticos.
"No sé si se puede" - dijo la libélula. "¿Qué pasa si no tenemos suficiente material?" - añadió un pato.
Rina, sin embargo, no se desanimó.
"Lo que importa es intentarlo. ¡Hagamos una reunión para organizar el trabajo!"
"Sí, eso suena mejor" - dijo Tula, sonriendo. "Podemos traer ramitas, hojas y lo que encontremos para ayudar".
Se estableció un plan y cada día, después de sus actividades diarias, iban recolectando cosas útiles. La tortuga Tula miraba cómo todos se esforzaban y se sentía orgullosa de ser parte de un gran sueño. Así pasaron los días y con el esfuerzo conjunto de todos, la estructura del puente fue tomando forma.
Sin embargo, dos días antes de la celebración, ocurrió algo inesperado: una tempestad arrasó con el pantano. Cuando el sol volvió a brillar, Rina y sus amigos se encontraron con el puente destrozado.
"Oh no, ¿qué vamos a hacer?" - se lamentó Rina, viéndose impotente. Todos comenzaron a murmurar.
"Tal vez deberíamos rendirnos y posponer la celebración" - sugirió un sapo.
"No, no podemos rendirnos ahora" - intervino Tula, reflexionando. "Es un buen momento para ser más ingeniosos, amigos. ¿Qué tal si reconectamos nuestras ideas y usamos el material que quedó?"
Así que se dieron cuenta de que debían rehacer el puente, esta vez con más fuerza. Cada animal aportó su creatividad. Los pájaros fueron a buscar ramas más gruesas, los peces incluso ayudaron desde el agua a formar bases sólidas, y Rina, con su energía inagotable, animó a todos con canciones mientras armaban la nueva estructura.
Al llegar la noche de la celebración, el puente volvió a estar sólido, reluciendo con luces de luciérnagas. Todos se miraron entre sí, emocionados y un poco cansados.
Con sus corazones repletos de alegría, cruzaron el puente al ritmo de una melodía que resonaba en el aire. Cuando finalmente llegaron al lado de los sapos, encontraron a nuevos amigos esperándolos con un banquete lleno de diversión y música.
"¡Llegaron!" - gritaron los sapos, "¡Pensamos que no vendrían!"
"Nunca nos rendimos" - dijo Rina, sonriendo. "Este puente es símbolo de nuestra unión y perseverancia".
Esa noche, celebraron el Año Nuevo juntos, bajo las estrellas, riendo y bailando. Rina aprendió que la fuerza de la comunidad y la amistad son las cosas más valiosas, y que nunca hay que rendirse ante un desafío.
Desde ese día, el Pantano se convirtió en un lugar de alegría y unidad, donde todos sabían que trabajando juntos, podían superar cualquier obstáculo. Y así, cada Año Nuevo, celebraban la amistad en el gran puente de Rina.
FIN.