El Gran Año del Cole



Era un soleado día de diciembre y los alumnos de la Escuela Primaria El Sol estaban emocionados. Maestra Saida, siempre con una sonrisa, se había propuesto celebrar un año inolvidable.

"¡Chicos! ¡este año hemos vivido tantas cosas juntos!", dijo Maestra Saida mientras se acomodaba la larga bufanda de colores que siempre usaba.

"Sí, fuimos de paseo a la granja, no podemos olvidar eso!", gritó Juan, moviendo sus brazos con entusiasmo.

"¡Y el concurso de talentos!", agregó Clara, con sus ojos brillando como estrellas.

Los demás alumnos comenzaron a recordar todos los momentos divertidos: los bailes en el patio durante las fiestas, la poesía que había escrito Martín para el día del amigo, y el aniversario de la escuela con sus sorpresas.

Pero no todo fue diversión; también enfrentaron algunos desafíos. Un día, cuando se preparaban para presentar su obra de teatro, una tormenta inesperada interrumpió los ensayos.

"¡No puede ser!", exclamó Ana, desesperada.

"No se preocupen, podemos ensayar en casa y reunirnos un rato antes de la función", sugirió Felipe, el más optimista del grupo.

"¡Sí! ¡Podemos hacerlo!", apoyó Sofía, levantando el pulgar con decisión.

Los alumnos se organizaron. Cada uno ensayó individualmente, y el día de la función todos llegaron más preparados que nunca. Cuando llegó el momento de actuar, Ángel se olvidó de su texto, pero Maestra Saida le guiñó el ojo desde el costado del escenario. Entonces, en lugar de rendirse, Ángel improvisó un final sorprendente y divertido. El público estalló en aplausos.

En medio de todas esas experiencias, Maestra Saida decidió organizar una gran fiesta de fin de año. Sería un evento que combinaría todos sus talentos: se presentarían obras de teatro, bailes y recitales de poesías. Hasta se harían juegos y suculentas comidas que los padres ofrecerían para compartir.

"¡Eso suena increíble!", dijo Clara, saltando de alegría.

"¿Puedo bailar con Sofía en la fiesta?", preguntó Juan nervioso.

"¡Claro que sí!", respondió Sofía. "Y también podemos bailar juntos el vals que aprendimos en la clase de música."

Con un mes lleno de ensayos, juegos, risas y mucho trabajo, el día de la fiesta finalmente llegó. El colegio estaba decorado con globos y serpentinas, y todos estaban ansiosos por mostrar todo lo que habían preparado.

"¡Chicos, ustedes son los verdaderos artistas!", les dijo Maestra Saida.

La fiesta empezó con un emotivo discurso de Maestra Saida, quien les contó sobre la importancia de trabajar en equipo y apoyarse mutuamente, reflexionando sobre cada vivencia del año.

"Cada uno de ustedes trajo algo especial a nuestra escuela. ¡Hicimos magia juntos!", dijo ella mientras los alumnos sonreían.

Las presentaciones fueron un éxito rotundo. El teatro, las poesías y los bailes deslumbraron a todos. Después, llegó el momento de la torta.

"¿Quién tiene el primer trozo?", preguntó la madre de Felipe, que había traído una deliciosa torta de chocolate.

"¡Nosotros!", gritaron todos al unísono.

La tarde concluyó con un baile final, donde todos se unieron, incluido Maestra Saida, quien se movía con alegría al ritmo de la música.

"¡Bailemos todos juntos!", dijo, estirando las manos hacia sus alumnos.

Y así, entre risas, abrazos y muchas historias que contar, el año llegó a su fin. Todos aprendieron una valiosa lección: no solo se trataba de los momentos divertidos, sino también de cómo superaron juntos los obstáculos y apoyaron a sus amigos, creando recuerdos que durarían para siempre.

La escuela no era solo un lugar de aprendizaje, sino un segundo hogar lleno de amor y amistad.

"¡Hasta el año que viene!", gritaron todos mientras se despedían de la escuela, felices y emocionados por las futuras aventuras.

La historia de ese año en la Escuela Primaria El Sol se contaría por generaciones y su legado de unidad y compañerismo permanecería en el corazón de cada uno de ellos.

FIN.

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