El Gran Árbol de la Amistad



Había una vez, en un hermoso bosque, un gran árbol llamado Rojo. Rojo no era cualquier árbol, era el árbol más alto y fuerte de todos. A su alrededor, había muchos animales que lo adoraban. Entre ellos estaban la guitarra, una ardilla llamada Tico y un pajarito llamado Lía. Todos los días, los animales se reunían bajo la sombra de Rojo para jugar y contar historias. Un día, Tico empezó a notar que algunos animales, como los conejitos, eran un poco tímidos y no se acercaban.

- “¿Por qué no vienen a jugar con nosotros? ” - le preguntó Tico a Lía.

- “Quizás tienen miedo o no se sienten bienvenidos” - respondió Lía, inquieta.

- “¡Eso no está bien! Todos deberían ser parte de nuestra diversión” - exclamó Tico.

Así que Tico y Lía decidieron hacer algo al respecto. Junto a Rojo, comenzaron a pensar en ideas para hacer que los conejitos se sintieran más cómodos.

- “Podríamos hacer una fiesta. ¡A todos les gusta una fiesta! ” - propuso Tico entusiasmado.

- “¡Sí! Podemos invitar a todos los animales y preparar ricas golosinas! ” - agregó Lía saltando de alegría.

Luego, se pusieron a trabajar. Juntos, empezaron a preparar todo para la gran fiesta. Colocaron banderines coloridos, hicieron una gran torta de frutas y llenaron canastas con nueces y semillas. Sin embargo, cuando llegaron al día de la fiesta, algo inesperado sucedió.

Los conejitos seguían sin acercarse y el lugar se sentía un poco triste.

- “¿Qué hacemos ahora? ” - preguntó Tico, preocupado.

- “Debemos ir a buscarlos y hacer que se sientan bienvenidos” - dijo Lía con determinación.

Así que los dos amigos decidieron emprender una pequeña aventura para encontrar a los conejitos. Se adentraron en el bosque, llamando a cada conejito que encontraban.

- “¡Hola, conejitos! ¡Estamos teniendo una fiesta y nos gustaría que vinieran! ” - gritó Tico con alegría.

- “Sí, será muy divertido. ¡Vengan a jugar con nosotros! ” - añadió Lía.

Finalmente, un grupo de conejitos salió tímidamente de detrás de los arbustos.

- “¿De verdad? ¿Nos invitan a la fiesta? ” - preguntó uno de ellos.

- “¡Claro! Todos son bienvenidos. ¡La diversión es doble cuando hay más amigos! ” - respondió Tico emocionado.

Los conejitos dudaron un momento, pero vieron la alegría en los ojos de Tico y Lía. Así que decidieron aceptar la invitación y se unieron a la fiesta.

Al llegar al lugar, se encontraron con muchas sorpresas: juegos, música y la deliciosa torta de frutas. Todos los animales comenzaron a reír y a jugar juntos.

- “¡Esto es increíble! ” - exclamó uno de los conejitos, ahora más tranquilo.

- “Sí, ¡no puedo creer que nos hayamos perdido todo esto! ” - dijo otro mientras saltaba de felicidad.

Rojo, el gran árbol, miraba con satisfacción cómo todos se divertían juntos.

- “La amistad es lo más importante. Siempre hay un lugar para todos” - murmuró contento.

Y así, durante la fiesta, los antiguos miedos se desvanecieron, y los conejitos aprendieron que siempre era mejor compartir momentos con amigos. Desde aquel día, el bosque fue un lugar aún más feliz, donde todos los animales jugaban y vivían en armonía, cuidándose unos a otros y celebrando la amistad que los unía.

Y Rojo, el gran árbol, se convirtió en su símbolo de unión y diversidad. Siempre recordarán que en la amistad, todos tienen un lugar.

FIN.

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