El Gran Árbol Sabio



En un bosque encantado, había un árbol gigante llamado Don Roble. Don Roble no era un árbol cualquiera; era conocido en toda la región por ser el más sabio de todos. Cada año, al llegar la primavera, sus hojas brotaban abundantes y verdes, y todos los animales y criaturas del bosque se reunían a su alrededor para escuchar sus historias.

Una mañana radiante, un pequeño pájaro llamado Pico se acercó volando a Don Roble. Pico era muy curioso y siempre quería aprender sobre el mundo que lo rodeaba.

"¡Buenos días, Don Roble!" -chirrió Pico emocionado. "Siempre he escuchado que eres muy sabio. ¿Podrías contarme cómo puedes ayudar a todos en el bosque?"

"¡Buenos días, querido Pico!" -respondió Don Roble con su voz profunda y contundente. "Verás, cada hoja que produzco no solo me ayuda a respirar, sino que también proporciona sombra y refugio a muchas criaturas. Además, con cada hoja que cae, alimento el suelo para que nuevas plantas crezcan. Así, todos vivimos en armonía."

Pico se quedó maravillado con la respuesta de Don Roble. "¿Y cómo es que tienes tanto conocimiento?"- preguntó.

"He pasado muchos años aquí, observando todo lo que sucede a mi alrededor. Cada hoja, cada criatura y cada estación son maestros en sí mismos." -contestó el árbol.

A medida que las semanas pasaron, Pico se hizo amigo de muchos otros animales del bosque. Juntos comenzaron a visitar a Don Roble todos los días, ansiosos por escuchar sus historias. Un día, mientras compartían risas y cuentos, un fuerte viento comenzó a soplar. Las hojas de Don Roble estaban a punto de caer.

"¡Cuidado todos!" -gritó Don Roble. "El viento trae muchos cambios. ¡Debemos prepararnos!"

Los animales, al escuchar, se llenaron de miedo.

"¿Qué pasará si se caen tus hojas, Don Roble?" -preguntó la pequeña ardilla, temblando.

"No teman, amigos. Cada cambio trae una oportunidad. Mis hojas volverán a crecer en primavera, pero ahora pueden ser una fuente de alimento para aquellos que lo necesiten. La naturaleza siempre encuentra su propia forma de renovarse y equilibrarse." -dijo Don Roble con tranquilidad.

Mientras el viento aullaba, las hojas comenzaban a volar por el aire. Las aves y pequeños animales se acercaron a recogerlas.

"¡Miren!" -exclamó Pico. "Los cuervos están usando las hojas para hacer sus nidos más cálidos."

"¡Y las hormigas están llevando las hojas al hormiguero!" -añadió la ardilla.

Don Roble sonrió al ver cómo todos en el bosque colaboraban y se beneficiaban el uno al otro.

"Así es como funciona la vida, amigos. Aprendemos de los cambios y ayudamos a los demás. En cada cosa que parece una pérdida, hay una ganancia oculta."

Cuando el viento cesó, quedó un hermoso espectáculo: el suelo cubierto de hojas, los animales haciendo uso de su regalo y Don Roble, aún de pie y fuerte.

Con el tiempo, Pico y sus amigos aprendieron que, aunque las hojas de Don Roble caen cada otoño, siempre regresan en primavera más fuertes y más verdes. Como en la vida, los cambios son naturales y siempre nos ofrecen nuevas oportunidades.

Desde aquel día, cada vez que Pico miraba a Don Roble, recordaba la lección que había aprendido: todo en la vida es útil, cada cambio tiene su propósito y siempre podemos ayudar a otros. Y así, el bosque seguía siendo un lugar de aprendizaje, alegría y colaboración, gracias a la sabiduría de Don Roble.

Y así, Don Roble vivió muchos años más, compartiendo su sabiduría con todos los que deseaban escuchar, sembrando así amor y respeto en el corazón de cada criatura del bosque.

FIN.

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