El gran aullido del bosque



Era un hermoso día de primavera cuando Lucas, un perro labrador muy curioso, se aventuró a caminar por el bosque cercano a su casa. Mientras iba disfrutando del aroma de las flores y del canto de los pájaros, un aullido resplandece entre los árboles, un aullido que hizo estremecer sus patas traseras.

"¿Qué fue eso?" - pensó Lucas, mirando a su alrededor con un poco de miedo. "Tal vez solo sea un lobo solitario...". Pero la curiosidad pudo más, y decidió seguir el sonido.

Con cada paso, el aullido se hacía más fuerte y claro. Lucas llegó a un claro donde, para su sorpresa, encontró a un pequeño lobo atrapado en unas ramas. El lobo, con su pelaje gris brillante, tenía una expresión triste y asustada.

"¡Hola!" - dijo Lucas, acercándose con cautela. "¿Te lastimaste?".

"Sí, me atraparon estas ramas mientras trataba de jugar" - respondió el pequeño lobo, moviendo la cola con vergüenza. "No puedo salir de aquí".

Lucas pensó rápidamente, "¡No te preocupes! Te ayudaré!". Usando su fuerza y determinación, el perro comenzó a mover las ramas con su hocico. Después de unos minutos, el pequeño lobo finalmente logró liberarse.

"¡Gracias, amigo!" - exclamó el lobo, saltando con alegría. "Soy Lobo, y creí que jamás podría salir de ese lío".

"Soy Lucas. Estoy feliz de haberte ayudado!" - dijo el perro mientras movía la cola.

Ambos comenzaron a correr y jugar en el claro, riendo y disfrutando de la compañía. Sin embargo, Lucas se dio cuenta de que el sol estaba comenzando a ocultarse. "Debo volver a casa, mi dueña debe estar preocupada" - dijo.

"¿Puedo acompañarte?" - preguntó Lobo, sintiéndose un poco triste porque no quería separarse de su nuevo amigo.

"Por supuesto! Te mostraré el camino a mi casa" - asintió Lucas con una sonrisa.

Mientras caminaban juntos, tuvieron muchas charlas sobre sus vidas en el bosque. Lobo le contaba a Lucas sobre la manada de lobos que vivía no muy lejos y sobre sus aventuras. Lucas, a su vez, le habló sobre su vida con su dueña y los juegos que hacían juntos.

Cuando llegaron a la casa de Lucas, Lobo se asomó un poco nervioso. "¿No le molestará a tu dueña que traigas un lobo?".

"No, ella es muy amable, estoy seguro de que le encantará conocerte" - respondió Lucas. La puerta se abrió, y la dueña de Lucas, que había estado esperándolo, sonrió al ver a su perro llegar con un nuevo amigo.

"Hola, ¿quién es este pequeño lobo?" - preguntó mientras agachaba su cuerpo para acariciar a Lobo.

"Es Lobo, lo ayudé a salir de un lío en el bosque" - explicó Lucas, contento de poder compartir su nueva amistad.

"Es un placer conocerte, Lobo. Puedes quedarte con nosotros un rato, si quieres" - sugirió la dueña. Lobo estaba radiante, nunca había recibido una bienvenida tan cálida.

Esa noche, mientras se acomodaban junto a la chimenea, Lucas reflexionó sobre lo que había aprendido. "A veces, un simple gesto de ayuda puede crear una amistad increíble".

Lobo asintió de acuerdo y dijo "Y la valentía de explorar lo desconocido puede llevarnos a aventuras inolvidables".

Y así, aquellos dos amigos, un perro y un lobo, aprendieron que la amistad no conoce límites, que ayudar a otros trae alegría y que siempre vale la pena hacer nuevos amigos, sin importar las diferencias. Desde ese día, Lucas y Lobo exploraron el bosque juntos, viviendo aventuras bajo el sol y la luna traían siempre nuevas historias para contar.

Érase una vez un perro y un lobo que, gracias a su valentía y amabilidad, se convirtieron en los mejores amigos del bosque, demostrando que juntos podían superar cualquier obstáculo y disfrutar de la belleza de la vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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