El Gran Aventura de Jaz, Rebe y su Koala Tierno
Era un día soleado cuando Jaz y Rebe decidieron visitar el zoológico. Ambas eran chicas muy agradables, siempre dispuestas a ayudar y a disfrutar de la naturaleza. Cuando llegaron, el olor a palomitas de maíz y el canto de las aves las saludaron.
"¡Mirá, Jaz! ¡Los pingüinos!" - dijo Rebe emocionada, señalando el estanque donde los pingüinos nadaban felices.
"¡Sí, son tan graciosos! Pero quiero ver a los koalas primero" - respondió Jaz alejándose hacia la zona de los marsupiales.
Cuando llegaron a la exhibición de koalas, se encontraron con varios de ellos. Estaban dormidos en los árboles, abrazados a las ramas como si fueran almohadas.
"¡Qué adorables son!" - exclamó Rebe mientras se acercaban lentamente.
De repente, un koala pequeñito con grandes ojos oscuros y un pelaje suave llamó su atención. Estaba solitario y miraba de manera muy tierna.
"¡Mirá ese koala! Es tan lindo, parece que necesita un amigo" - dijo Jaz.
"Sí, pero no puedes adoptar un koala de un zoológico, Jaz. Necesitan estar en su hábitat natural" - contestó Rebe algo preocupada.
"Tal vez podemos ayudarlo de otra manera. ¿Qué tal si hablamos con los cuidadores?" - propuso Jaz, decidida a hacer algo por el koala.
Así que ambas chicas se acercaron a un cuidador amable que estaba limpiando el área.
"¡Hola!" - saludó Jaz. "¿Podemos hablar de ese koala tan lindo?"
"Claro, ese es Koa. Es un koala que aún es muy joven. A menudo se siente solo porque los demás tienen sus parejas" - explicó el cuidador.
"¿Hay algo que podamos hacer para ayudar?" - preguntó Rebe.
"En realidad, sí. Puedes adoptar a Koa simbólicamente. Con tu contribución, ayudarás a cuidar de él y de otros koalas" - respondió el cuidador sonriendo.
Las manos de Jaz y Rebe comenzaron a vibrar de emoción.
"¡Eso suena genial!" - dijo Jaz, mientras se miraban emocionadas.
- “¿Cuánto necesitamos? ” - preguntó Rebe.
"Para cuidar a Koa, necesitamos reunir un poco de dinero para la alimentación y el cuidado veterinario. Puede ser un buen proyecto para ustedes" - añadió el cuidador.
Decididas a ayudar a su nuevo amigo, Jaz y Rebe empezaron a planear una pequeña venta de limonada en su barrio. Mientras hablaban y soñaban, surgió un nuevo plan.
"Podemos hacer carteles super coloridos y contarle a la gente sobre Koa" - sugirió Jaz.
Las chicas no perdieron tiempo y se pusieron manos a la obra. Prepararon limonada fresca y hacían carteles llamativos donde explicaban su misión.
El fin de semana llegó y se instalaron en la vereda, llenando vasos de limonada y contando historias sobre Koa a todos los que pasaban. Las personas, entusiasmadas por la iniciativa, comenzaron a comprar limonada mientras preguntaban.
"¿Y cuánto van a recaudar?" - preguntó un niño.
"¡Necesitamos juntar suficiente para adoptar a Koa! Así podemos ayudarlo" - respondió Rebe con una sonrisa.
El entusiasmo se fue multiplicando y no solo vendieron limonada, sino que también recibieron donaciones de amigos y vecinos que querían ayudar. Después de unas horas, reunieron más de lo que habían imaginado.
Al día siguiente, con el dinero en mano, Jaz y Rebe corrieron al zoológico, emocionadas de hablar nuevamente con el cuidador.
"¡Hemos traído el dinero para Koa!" - dijeron al unísono.
"¡Increíble! Estoy muy orgulloso de ustedes" - dijo el cuidador, mientras aceptaba la donación.
Con el corazón lleno de alegría, Jaz y Rebe supieron que no solo habían ayudado a Koa, sino que también habían aprendido a trabajar en equipo y ayudar a los demás.
"¡Hicimos algo bueno juntos!" - celebró Jaz.
"Sí, y ahora tenemos un nuevo amigo que podemos visitar siempre" - sonrió Rebe mientras observaban a Koa.
Desde entonces, las dos chicas se convirtieron en defensoras de los animales y ayudaron a organizar más eventos en su comunidad para ayudar a otros animales que necesitaban un poco de amor. Y, por supuesto, cada vez que podían, visitaban a su querido koala, Koa, quien siempre las recibía con tiernos abrazos.
Y así, Jaz y Rebe aprendieron que, con un poco de esfuerzo y mucho corazón, podían hacer una gran diferencia en el mundo, sin importar cuán pequeños fueran sus actos. ¡Y todo comenzó con un pequeño koala tierno!
FIN.