El Gran Aventura de las Semillas



Era una mañana soleada en el Jardín de Infantes "Los Arbolitos". Los pequeños estaban ansiosos por la llegada de su maestra, la señora Clara, quien siempre tenía algo apasionante para enseñar. Hoy, además, era un día especial porque el jardín iba a realizar una actividad diferente: educar sobre el medio ambiente.

La señora Clara llegó con una caja llena de tierra, macetas y semillas.

"¡Buenos días, chicos!" - exclamó la maestra. "Hoy vamos a aprender sobre las plantas y la importancia de cuidar nuestro planeta."

Los niños miraron la caja con curiosidad.

"¿Qué son esas cosas, señora Clara?" - preguntó Tomi, uno de los más inquietos.

"Son semillas, Tomi. Y con estas semillas, vamos a plantar flores y aprender cómo cuidarlas. ¡Cada uno tendrá su propia maceta!" - respondió la maestra con una sonrisa.

La tarde comenzó a transcurrir mientras los pequeños, con sus macetas en mano, estaban listos para plantar. Sin embargo, al ir a buscar agua en la manguera del patio, se dieron cuenta de que el agua no salía.

"¿Se acabó el agua, señora Clara?" - preguntó Ana, preocupada.

"No exactamente, Ana. A veces, el agua puede desperdiciarse y no siempre tenemos que esperar a que llueva. Hay otras maneras de cuidarla. Vamos a investigar juntos cómo podemos ser amigos del agua."

Intrigados, los pequeños se pusieron en fila y siguieron a la maestra hacia el jardín. Allí, la señora Clara les mostró un pequeño estanque de lluvia.

"Este agua se recoge del techo cuando llueve. ¿Ven cómo podemos ahorrar recursos?" - explicó la maestra.

"¡Es un truco mágico!" - exclamó Juan, asombrado.

Con la manguera en la mano, se disponían a regar sus plantas cuando, de repente, Emma levantó la mano.

"Pero, señora Clara, ¿y qué pasa si también usamos el agua de la canilla?" - preguntó.

"Es una buena pregunta, Emma. A veces necesitamos usarla, pero siempre debemos ser responsables con su uso. Recuérdenlo: ¡Cada gota cuenta!" - dijo la maestra, pensando que esos pequeños consejos cambiarían la forma de pensar de sus alumnos.

Ya con las plantas regadas, los niños corrieron a jugar en el patio mientras las macetas tomaban el sol. Sin embargo, un viento fuerte comenzó a soplar, y las macetas empezaron a tambalearse.

"¡Cuidado!" - gritaron todos al unísono, intentando sostenerlas.

"¡Rápido, hagamos un círculo!" - sugerió Tomás. "Así nos aseguramos de que no se caigan."

Unieron sus manos en un círculo, pero la situación se complicó cuando un pequeño pájaro se acercó a ver qué estaba pasando. Decidido a entrar en acción, voló sobre ellos, asustando a los chicos que se alejaron, dejando la protección de las macetas. Pero el pájaro, más curioso que asustado, comenzó a jugar en el aire.

"¡Mirá!" - gritó Lucía, señalando al pájaro. "¿Está buscando comida?"

"Sí. A veces, podemos ayudar a los animales dándoles semillas, pero siempre hay que hacerlo con cuidado. No debemos alimentarlos de cualquier forma. Hay que investigar qué les gusta. Por eso, hoy también aprenderemos sobre la vida salvaje" – explicó la maestra.

Decidiendo actuar en equipo de nuevo, los niños se sostuvieron entre sí y formaron un escudo amistoso para impedir que el viento volara sus macetas. La situación se volvió caótica, pero con risas y complicidad, lograron mantener las plantas en su lugar.

Al finalizar el día, las plantas estaban aseguradas y todos cansados pero felices. La señora Clara reunió a sus alumnos en círculo.

"Hoy no solo aprendimos a plantar, sino a cuidarnos entre amigos, a ser responsables con el agua y a entender el rol de los demás seres vivos" - dijo la maestra con alegría.

Los chicos asintieron, sintiendo que habían vivido una aventura extraordinaria.

"¡Seamos los guardianes de nuestro jardín!" - proclamó Ana, y todos aplaudieron.

Desde ese día, los niños del Jardín de Infantes "Los Arbolitos" cuidaron no solo de sus plantas, sino también de aprender sobre el medio ambiente. Cada día, recordarían cómo el pequeño pájaro les había enseñado sobre cuidar la naturaleza, y a hacer de su jardín un lugar especial, se llenó de risas, colores y una gran amistad.

FIN.

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