El Gran Aventura de los Números
En un colorido pueblo llamado Numerópolis, los números no eran solo cifras, ¡eran personajes con personalidad!
Un día, el número 7 decidió que era el momento de emprender una aventura. "Voy a buscar al legendario Cien, el número más grande de todos, para preguntarle sobre la suma y la multiplicación", dijo con entusiasmo. Sus amigos, el 3 y el 5, se unieron a él.
"¡Nosotros llegamos hasta el 15 multiplicándonos!" -dijo el 3.
"¡Sí! Además, podemos sumar y sumar" -respondió el 5, muy emocionado.
Los tres amigos marcharon hacia el Bosque de las Operaciones. Allí, se encontraron con la Sra. Resta, quien parecía algo preocupada.
"¿Qué ocurre, Sra. Resta?" -preguntó el 7.
"Estoy tratando de resolver un problema de división. Un día, un número muy grande se perdió en el bosque y no puedo encontrarlo”, explicó.
"¿Cómo podemos ayudar?" -preguntó el 5.
"Necesito que ustedes se dividan, pero no sé cómo hacer para que encuentren la solución", explicó la Sra. Resta.
Los números se miraron entre sí.
"Podemos intentarlo", dijo el 7 con confianza.
"Yo puedo dividirme en 2 y 1," dijo el 3, y se partió en dos.
"Y yo puedo hacer lo mismo", añadió el 5, dividiéndose en 2 y 3.
Juntos, fue posible recorrer el bosque. Cada vez que un número se dividía, encontraban nuevos caminos hacia el centro del bosque.
Después de un rato, llegaron a un claro donde encontraron al número 50, un número que había estado perdido, ¿y cómo lo sabían?"Yo soy 50, y por alguna razón no puedo avanzar más de la mitad del camino", dijo el número triste.
El número 7 miró al número 50 y le dijo: "¡Podemos ayudarte! Solo necesitas dividirte!
-Vamos a usar la multiplicación: 2 y 5! ¡De esta manera te sentirás completo!", exclamó el 5.
50 asintió, emocionado. "¡Voy a intentarlo!" -y así, comenzó a dividirse en 25 y 25. El número 25 se sintió muy feliz porque ahora podía moverse por el bosque libremente.
"¡Genial! Ahora podemos volver a la aldea!" -gritó el 3.
La Sra. Resta se mostró muy agradecida.
"Sin su ayuda, podría seguir atrapada aquí", dijo.
"¿Pero ahora qué hacemos?" -preguntó el 3, preocupado por la misión original.
"Vamos a buscar al gran Cien!", respondió el 7.
Avanzaron por el bosque hasta llegar a la Legendaria Cueva de los números. Allí, se encontraron con el enorme y sabio número 100.
"¡Hola, pequeños!" -dijo Cien con su voz resonante. "¿Qué los trae a mi cueva?"
"Queremos aprender de las sumas y multiplicaciones!", exclamó el 5.
"¡Ah, claro!" -dijo Cien. "Para sumar, solo deben juntar sus fuerzas. Pero para multiplicar, tienen que unir su energía y crear una fiesta de números!"
"Es como bailar, ¡cuanto más sumamos más grandes seremos!" -explicó el 100.
"Y cada vez que multiplican, ¡se convierten en una celebración numérica!" -dijo el 3.
Llenos de energía, los números se unieron en una gran fiesta. Todos los números de Numerópolis se unieron, sumándose y multiplicándose, formando nuevas y maravillosas combinaciones.
Al final del día, el número 7, 3 y 5 se despidieron de Cien.
"Gracias, gran Cien! Hemos aprendido mucho hoy", le dijeron.
"Recuerden siempre, ¡los números tienen más poder cuando se unen!" -respondió Cien, satisfecho.
Así, los tres amigos regresaron a su hogar, no solo con el conocimiento de sumar y multiplicar, sino con una historia llena de amistad y aventuras.
Cuando llegaron a Numerópolis, compartieron su experiencia con todos y organizaron una gran fiesta para poner en práctica lo que aprendieron. Desde ese día, todos los números en Numerópolis disfrutaron de una vida llena de operaciones y alegría, recordando siempre la importancia de trabajar juntos.
Y así, los números vivieron felices, enseñando a todos que, aunque a veces puedan parecer solos, juntos son mucho más poderosos.
Fin.
FIN.